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Más de lo mismo

Por Alejandro Vidal
lunes 04 de enero de 2016, 19:58h

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Mi cristal están tan tintado como los del coche que, al filo de las siete de la tarde, entró en Son Moix minutos después de la llegada de Utz Claassen. Los colegas de IB3 acertaron al recordar ayer una de las sempiternas bravatas del alemán que, envalentonado, afirmaba hace tres meses que iba a permanecer mucho tiempo en el Mallorca, vayan ustedes a saber, salvo que llegara el sultán de Brunei con cien millones de euros y le dejaran tres o cuatro asientos en el consejo de administración. Ahora, consciente de su fracaso, ha tenido que conformarse con veinte millones y solicitar que le permitan seguir en el palco presidencial aunque sea en calidad de accionista minoritario. Hay pesadillas que no terminan jamás.
Entre las preguntas que nadie ha hecho y la verdad es que se han planteado muy pocas y además ninguna de interés o mínimamente enjundiosa, está la intervención de Javier Tebas en la operación. A Robert Sarver le importa un higo el club. Quería una sociedad anónima deportiva en Europa y su primera opción fue el Glasgow Rangers que, en enero del 2015 rechazó su oferta. Y fue precisamente el presidente de la Liga de Fútbol Profesional quien le puso en contacto con el Levante, según reveló en su momento el semanario deportivo valenciano Superdeporte, además de otros medios de la capital del Turia. Por tanto no se puede entender como una casualidad que el mismo Tebas afirmara en Málaga hace poco más o menos de un mes, que el Mallorca estaba a punto de cerrar la venta de una parte de su capital social por el importe aludido. Tampoco es una circunstancia marginal que la empresa del mismo protagonista Esfinge 20 apareciera como acreedor del Mallorca por un importe de 200.000, un pago autorizado por el ex director general Pedro Terrasa en el 2010 por un “informe sobre jugadores argentinos”, según reza la factura, aunque después se emitiera un comunicado advirtiendo que se trataba de una comosión por el traspaso de Guillermo Pereyra. El círculo se cierra si, a todos estos cabos sueltos, se añade la incorporación al Levante de Cuero, futbolista peruano que, de la mano de Gabriel Cerdá, quiso aterrizar en el Mallorca sin éxito.
Cada uno es muy libre de creer o no en las casualidades. Yo, desde luego, no. Por eso no comulgo con ruedas de molino, ni creo que Steve Nash, Maheta Molongo, dicen que hombre fuertes del nuevo máximo accionista, de repente se hayan convertido al mallorquinismo como los romanos bajo el imperio de Constantino el Grande aceptaron el cristianismo. Para mi toda esta parafernalia es más de lo mismo y sencillamente, una muestra del escaso apego que los mallorquines tenemos a nuestros presuntos sentimientos.
¿Qué es lo que mueve a un empresario estadounidense a invertir en un club europeo, sin importar país ni ciudad?. No tengo ni idea. Probablemente lo mismo que en su día motivó a quien le ha abierto las puertas. Igual que lo de los chinos con el Valencia o el Espanyol. Ni más, ni menos.
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