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Mallorquines, de cara a la pared

Por Juan Antonio Tormo
lunes 21 de enero de 2019, 01:00h

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Es la pura realidad, los mallorquines parece ser que estamos castigados a mirar desde nuestras casas a la pared de enfrente, porque lo que es tener vistas al mar, o cerca del mar, eso ya empieza a ser una utopía, salvo excepciones de la clase muy alta o aquellos que aguantan las embestidas de las inmobiliarias y no venden sus pisos o casas frente al mar.

EL mallorquín medio está jodido, si me permiten la expresión “muy jodido” viendo como su Isla no recibe una buena financiación, sigue costándole un ojo de la cara viajar, si es un emprendedor o empresario la cosas se acentúa más y habiendo nacido y trabajando desde hace muchos años por y para esta Isla, no puede aspirar a tener unas vistas al mar. No voy a buscar culpables porque creo que ninguno hemos hecho todo lo que podíamos por evitarlo.

No me parece un asunto baladí lo que les estoy contando, disto mucho de ser un nacionalista de ninguna clase, pero al mismo tiempo pienso que cuando uno le dedica toda su vida a una tierra y ayuda a que esta progrese con su trabajo, sus impuestos y crea incluso una familia para que siga el arraigo a esta tierra, se le hace un poco duro ver multitud de pisos y casas enfrente de nuestro Mar Mediterráneo, algo que cualquier isleño adoramos, en manos de gente que las tiene para disfrutarla apenas unas semanas al año.

También se le puede llamar envidia, pero en ese caso es una envidia que no puede ir acompañada de un impulso para tratar de conseguirlo, porque sencillamente no podemos competir con alemanes, ingleses o nórdicos. Por cierto el colmo es ver una película alemana “Un verano en Mallorca” dónde ellos mismos critican la especulación que tenemos en la Isla, uno no sabe si reir o llorar.

Cuando tenía apenas 18 años, soñé con tener un piso y lo tuvimos a los 20 años, después soñamos con tener una casa y tuvimos un pareado con 27 años, después dijimos y porque no un chalet y lo conseguimos con muchísimo trabajo con 37 años, esa historia se hace irrepetible para nuestros hijos, la crisis que hemos padecido nos ha distanciado todavía más de otras partes de Europa y la falta absoluta de ayudas a la clase media, en un afán de repartir pobreza, más que intentar generar riqueza, ha hecho el resto.

Nuestro único consuelo es que las distancias son cortas para llegar y ver nuestro maravilloso mar, porque lo que es verlo desde tu casa, mejor cómprate un cuadro. No me quiero despedir sin dar las gracias a todos los especuladores y políticos que han conseguido este gran logro, muchas gracias, porque sin vuestra colaboración, avaricia, codicia y dejadez no hubiéramos llegado a este punto, aunque como ya dije al principio no hemos hecho quizás todo lo posible por evitarlo.

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