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¿Mallorca capital del Mediterráneo?

Por Marilena Estarellas
lunes 03 de marzo de 2014, 10:15h

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Empiezo mi nueva colaboración en mallorcadiario.com con el planteamiento de una pregunta, porque desde los comienzos de la industria turística en estas islas, nuestros abuelos iniciaron una andadura a través del trabajo duro y  la atención a toda persona llegada del extranjero, a quienes no se les llamaba turistas, sino “estrangers” y ahora todo ha cambiado.

Que duda cabe que con los tiempos hemos ido modernizando y creando el sector turístico que hoy conocemos, pero nuestros abuelos ni se imaginaban lo que estaban creando, a base de trabajo y servicio sin pensar en el futuro. El que era un poco espabilado montaba una tienda en la costa, un pequeño hotel con unas pocas habitaciones donde alojar a algunos veraneantes, o daba el mejor servicio que podía con sus medios al yate que había recalado en nuestras aguas.

Sin embargo, hoy queremos más. Como el mundo ha cambiado, todo es más rápido y acelerado, por tanto, se debe convertir en actitud lo que en nuestros abuelos, con la serenidad y la calma propia de aquel tiempo, era espontáneo, es decir, atender las mesas y las llegadas de los “estrangers”, llevar de excursión a los turistas para que conocieran las cuevas o visitasen Valldemossa, pasearles con la barca para que descubrieran esa cala recondita, todo simple, todo fácil, todo en calma y acompañado de un buen “pamboliet” y sobrasada hecha de “sa padrina” para que el extranjero dejase una buena propina.

Ahora, desafortunadamente, los hijos y nietos de esos abuelos, debemos aprender a ofrecer esa atención personalizada al cliente porque parece que nos hemos olvidado de ese servicio (palabra que no existía hasta que se genero el argot turístico) espontáneamente. Durante años se nos ha adiestrado para hacer el “check in” y “check out” rápido y con colas interminables, vender las mismas excursiones pero con más innovación, introduciendo catas de vinos, catas de aceite, paella en el barco o en golondrina, a primera vista todo mejorado.

Pero mi impresión es que esta teórica mejora no es real. Los ya denominados turistas llegan a una isla lastrada por la crisis, en la que el ciudadano esta crispado por polémicas políticas y sobresaltos judiciales, ese mismo ciudadano que es un trabajador temporal que lucha a diario para pagar sus facturas, sacar adelante su familia y tratar de que el banco no le embargue su vivienda, en la que ha invertido todo lo que ha ganado y a lo mejor heredo del abuelo, a lo largo de sus duros años de trabajo.

Quien atiende a los turistas ya no se dedica a ello, simplemente trabaja en ello y eso se nota, especialmente cuando se combina con el hecho de que llegan a una isla con el ambiente artificialmente enrarecido y no la antigua isla de la calma que tanta promoción nos dio en el mar mediterráneo y alrededor del mundo entero.

 
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