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M. Rajoy en estado puro

Por Miquel Pascual Aguiló
viernes 24 de diciembre de 2021, 06:00h

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M. Rajoy se atrincheró con su clásica e impertinente pedantería y prepotencia ante la comisión Kitchen que investiga la trama urdida bajo su Gobierno en el Ministerio del Interior para destruir las pruebas que el extesorero del PP Luis Bárcenas tenía contra este partido y, en el colmo de la sinvergüencería negó incluso la existencia de la caja b del PP, negó que la caja b estuviera acreditada y llegó hasta a negar las tres sentencias judiciales sobre la contabilidad paralela de su partido.

El pasado lunes día 13, en dicha comisión pudo verse un M. Rajoy en estado puro, “no sabía absolutamente nada”, “no soy consciente”, “no me consta”, “eso se lo tendrá que preguntar usted a quien lo ha dicho”, ”no me acuerdo”,“¿qué quiere que le diga?” y así durante dos horas y media.

Acompañó la sarta de embustes, sin inmutarse, de toda clase de poses ante el interrogatorio de los diputados con gestos de asombro, de extrañeza, de perplejidad: extendió los brazos, arqueó las cejas, se encogió de hombros, se quedó boquiabierto..tal como si los componentes de la comisión que le interrogaba estuvieran diciendo memeces, tonterías o le hablaran en arameo (a duras penas habla castellano, por lo que dudo que sepa arameo).

Como si se preguntara alucinado, sorprendido estupefacto durante todo el interrogatorio ¿Qué hace un tipo como yo en un lugar como este? Toda una interpretación de manfutismo en toda regla y de ninguneo a los interrogadores a los que despreció de principio a fin, luciendo su mejor sentido de creerse superior, como ha hecho históricamente, aprovechando también la oportunidad para tratar de desacreditar a quienes evidenciaron su desfachatez.

Los llamados a comparecer a petición de una comisión de investigación parlamentaria tienen además de la obligación de hacer acto de presencia cuando son convocados, también tienen la obligación de decir la verdad. De lo contrario, se enfrentan a multas o, en el peor de los casos, penas de prisión.

Así figura en el Código Penal, que en su artículo 502.3 señala lo siguiente: “El que convocado ante una Comisión parlamentaria de investigación faltare a la verdad en su testimonio, será castigado con la pena de prisión de seis meses a un año o multa de seis a doce meses”.

Pues bien, M. Rajoy mintió cuando dijo de forma descarada e insolente: “No hay ningún tribunal que haya afirmado la existencia de una caja B del Partido Popular”.

Totalmente falso, porque no es que haya una sentencia sino tres. Han sido tres las ocasiones en las que distintos tribunales han dado como hecho probado la caja B del PP. Lo hizo la Audiencia Nacional en el primer juicio de la Gürtel. Lo hizo el Tribunal Supremo, en la confirmación de esa sentencia, que estableció “la existencia
de una caja B, o contabilidad extracontable, del PP”. Y lo ha vuelto a hacer la Audiencia Nacional en la reciente condena al PP por las obras de su sede en la calle Génova, que fueron pagadas en negro.

¿Alguien lo denunciará para que la fiscalía tome cartas en el asunto y a no más tardar veamos a M. Rajoy definitivamente entre rejas?

Una vez más, sino no hay denuncia al canto, una comisión de investigación de las que montan en el Congreso no habrá servido absolutamente para nada, como no sea para el lucimiento personal del interrogado y de los interrogantes, cada uno hacia su propia clientela.

Los expertos no se ponen de acuerdo sobre la utilidad de las comisiones de investigación y algunos proponen cambios sustanciales, algunos de los cambios basados en el poco conocimiento de los propios diputados que participan en estas comisiones.

Esta ha servido para que, de nuevo, un M. Rajoy prepotente, pedante y embustero haya dado un recital de hipocresía y cinismo. ¿Capisci?

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