El color y el verano son uno, llega el momento de poner intensidad a la vida, sublimar los sentidos y alegrar el look.
Comenzamos con verdes y naranjas, la tierra, la naturaleza, todo se vuelve uno para dar sabor a las noches en el puerto, en alta mar o en el evento del año, con gotas de pailletes para no dejar de brillar durante toda la noche.
Llega el momento de tranquilidad, de relajada elegancia, de bella serenidad. Nos vestimos de blanco, para atraer al padre sol en toda su intensidad, que sube de volúmen al tocar nuestro cuerpo.
El atardecer asoma sin perder un ápice de estilo, nos trasformamos en blancas sirenas que surgen de la espuma del mar. Afrontamos un nuevo día, entre el lujo de esperar el amanecer y el placer de lucir impecables.