Luca Monzani, pintor

"La naturaleza siempre va a ser más fuerte que tú"

El pintor italiano Luca Monzani (Turín, 1968) llegó a Mallorca en 1993, en donde reside y trabaja desde entonces. Con anterioridad, había vivido en ciudades tan distintas como Barcelona, Belo Horizonte, Miami o Nueva York. A lo largo de su dilatada trayectoria profesional, Monzani ha expuesto en salas y museos de todo el mundo. Además, es un artista ampliamente reconocido y valorado tanto a nivel nacional como internacional. Persona afable y cálida, recibe a mallorcadiario.com en su estudio.

¿Cómo se definiría usted, como artista o como pintor?

Yo no me defino como artista. Yo soy pintor, y ahora puede que acabe siendo productor o director, además de pintor, pero lo de artista es como un adjetivo. Lo bueno que tiene ser pintor, vamos a dejarlo así, es que ciertas estupideces que puedas decir se toman por extravagancias —sonríe abiertamente—.

Hoy podemos acceder a cualquier obra de arte desde el ordenador. ¿Lo ve como algo positivo?

Para responderle a esta pregunta convendría quizás hacer antes un paralelismo con, por ejemplo, el teatro o un concierto y el público. En ese sentido, no hay nada que se pueda comparar a un cantante ante cincuenta mil espectadores o a cómo siente un espectador la música en directo. Contestando ya a su pregunta, le diría que ver una obra de arte a través del ordenador es bueno didácticamente, pero a nivel de sensaciones no hay comparación posible con verla físicamente en directo.

Es así, sí...

No es lo mismo estar delante de un ordenador que delante de una obra de arte. Obviamente no es lo mismo. Y por esto estamos hoy aquí —en su estudio ubicado en el Polígon de Can Valero—. Usted había visto antes cómo es mi estudio en diversas fotografías, pero hoy ha podido comprobar que no es lo mismo que poder verlo ahora presencialmente. Somos animales sensoriales, además de gregarios. Necesitamos tocar y sentir. Somos así.

¿Sigue teniendo sentido hablar hoy de escuelas o de movimientos artísticos?

Bueno, yo le diría que el ser humano siempre necesita, de algún modo, catalogar sus acciones. Por tanto, el arte necesita tener escuelas, precisamente para identificarse con algo. Lo que sí es cierto es que ahora el lenguaje es como más individual y hoy conviven muchos lenguajes o muchas escuelas distintas englobadas dentro de una misma disciplina. Entonces, tienes al escultor abstracto y al pintor hiperrealista, conviviendo ambos. Algunos las llaman "capillas".

¿Y es realmente así?

Son dos "capillas" distintas, pero hablan y conviven. En la política o en las distintas profesiones también las hay. Al final, eso ayuda a identificar a cada uno.

"A lo largo del tiempo es obvio que el lenguaje artístico ha ido teniendo sentidos y razones distintas de existir"

En mi caso, me fascinan, por ejemplo, los impresionistas franceses...

A mí también. Yo me he identificado mucho con ellos durante mucho tiempo. Como usted sabe, en sus inicios eran unos desperdigados y unos seres que no tenían arraigo social, sencillamente porque pintaban con una técnica que no estaba aceptada en aquel momento. Los impresionistas no eran considerados entonces académicos del arte, porque no seguían la corriente que, de alguna manera, dictaba su propia época.

¿Quién dicta hoy esa corriente?

Hoy en día esa corriente la dictan otros elementos, porque ni siquiera son ya códigos estéticos ni culturales. Es un tema más complejo. Hoy ha variado un poco el rumbo o el significado del arte en sí, porque siendo un lenguaje y una comunicación, el arte o las artes se han adaptado al lenguaje actual. Bueno, las artes se han ido adaptando siempre, pero ahora estamos hablando del momento contemporáneo.

¿Qué es lo que ha ido cambiando?

Con el paso de los siglos, o incluso de los milenios, las artes entendidas como representación de personas con una determinada habilidad en representar lo que les rodeaba han tenido significados distintos. Desde las cuevas de Altamira, pasando por la Capilla Sixtina y llegando hasta el cráneo de diamantes de Damien Hirst, es obvio que el lenguaje artístico ha ido teniendo sentidos y razones distintas de existir.

¿Hay algún nexo de unión entre su pasión por la pintura y también por navegar?

No sabría decirle. Como dijo alguien en cierta ocasión, hacemos lo que somos en función de lo que nos han dejado hacer. La vida son circunstancias. No escoge uno donde nace, por ejemplo. De todas las actividades que tuve la suerte de poder disfrutar desde la niñez, la vela siempre me ha cautivado y he intentado cultivarla. Entonces, cabría plantearse por qué disfruta uno de eso, si era esa la pregunta.

Sí, esa era la pregunta...

A mí el mar me transmite cierta libertad, algo que también me ocurre con la montaña. La sensación de estar en medio del mar es muy parecida a la sensación de estar en medio de la montaña o del desierto. Es increíble, siendo medios tan distintos. En el mar hay casi un diálogo místico y muy introspectivo, a pesar de que yo suelo navegar siempre en regata, en compañía, con mis compañeros.

"Mallorca realmente me ha dado casi todo y ha llenado mucho mi vida"

¿Qué más le aporta el mar?

Me permite satisfacer mi necesidad de relacionarme con las personas que quiero compartiendo un mismo medio, que además es un escape. Siento que realmente me comunico con los medios más esenciales. Entonces todo se hace más sencillo. También cuando trabajo en la soledad de mi estudio es todo muy sencillo. La vida es muy sencilla cuando pinto y cuando navego, porque la naturaleza es muy básica y tú estás a merced de ella. Y tienes que entenderte con ella. Y sobre todo acatar lo que te da.

¿Tan fuerte es la naturaleza?

Siempre va a ser más fuerte que tú. Igual que la creatividad. Las cosas que te vienen a la mente dominan tu cuerpo. El resumen de todo esto es que todo es más sencillo pintando y navegando. Ese es el mayor paralelismo que veo entre pintar y navegar. Los problemas están fuera del estudio y fuera del barco, están en tierra firme —sonríe de nuevo—. Ahí sí que hay quizás una relación. Tal vez por ello al final disfruto tanto navegando.

Ya sabe lo que decía el gran Oscar Wilde, "la vida no es complicada, los complicados somos nosotros"...

Estoy completamente de acuerdo con ese aforismo. Oscar Wilde es un escritor magnífico y además es uno de mis autores favoritos. Es un genio.

Lleva treinta años viviendo y trabajando en Mallorca. ¿Qué representa la isla para usted?

Hoy puedo afirmar que Mallorca lo ha sido todo y me lo ha dado todo. O casi todo, vamos a dejar un porcentaje para lo que venga, porque si no, parecería que mi vida ya se ha acabado. ¡Qué aburrimiento!, ja, ja, ja.

¿En cierto modo esta tierra es su lugar en el mundo?

Como sabe, he estado en muchos lugares, pero al final uno busca efectivamente su lugar en el mundo, como usted ha dicho muy bien en la pregunta. En ese sentido, Mallorca realmente me ha dado casi todo y me ha permitido llenar muchos huecos de mi búsqueda. Dentro del proceso de dialogar con el mundo y con la gente como ser humano, con tu propia dignidad y con tus ilusiones, Mallorca me ha dado esas herramientas. La isla ha llenado mucho mi vida.

"El proyecto del 'Bronx Affaire' es un lenguaje creativo que incluye muchas disciplinas artísticas"

Uno de sus proyectos artísticos más recientes ha sido el 'Bronx Affaire'. ¿Cómo lo definiría?

El 'Bronx Affaire' es un lenguaje creativo que incluye muchas disciplinas artísticas. Es un lenguaje creativo porque nace de personas creativas, que yo coloquialmente llamo mis amigos artistas. Este proyecto surge en un momento de mi vida —el año 2019— en el que celebro que llevo ya más de media vida pintando y viviendo de la pintura, y conociendo el mundo del arte desde mi perspectiva. Insisto, desde mi perspectiva, pues el arte ofrece miles y miles y miles de perspectivas.

¿Y a partir de ahí?

En ese momento tan determinante de mi vida, en el cual decido por una serie de razones personales cambiar de rumbo dentro del proceso creativo, me pongo a estudiar y ver qué puedo hacer para seguir disfrutando el resto de mi vida pintando. Y básicamente descubro tres elementos fundamentales, pero no como algo dogmático, insisto, sino desde mi experiencia personal.

¿Cuáles son esos tres elementos?

Yo siento que el proceso creativo debe desarrollarse en tres elementos, que son amar, conocer y hacer. Esto es lo que lleva a un artista, a un pintor, a un escultor, a un músico, a un escritor, a un poeta o a un actor a expresarse. Entonces, a partir del meandro variado donde se encuentra mi estudio, me invento el 'Bronx Affaire', que no es más que la voluntad de juntar el lenguaje de todos aquellos que de alguna manera han tenido que ver con mi trayectoria artística, bien por admiración o bien por amistad.

¿Qué buscaba en ese sentido?

En ese sentido, he buscado la excelencia en la interactuación con los demás. Como sabe, mi trayectoria ha sido una trayectoria bastante individual, bastante apartada incluso de los organismos oficiales, por decirlo de alguna manera, pero es un camino que igualmente ha estado ahí. Como dicen en italiano, "tutto è bene quel che finisce bene". Al final, el bien puede venir de muchos lugares.

Entiendo, sí...

En 'Bronx Affaire' intento que converjan todas las experiencias vitales de personas que yo aprecio, valoro y admiro, y sacar adelante un discurso, un tema unitario, que gire alrededor de los tres elementos fundamentales que le comenté hace un momento, es decir, amar, conocer y hacer.

"Quería que mis amigos y mis coleccionistas vinieran al sitio donde suceden las cosas, en lugar de ir a una galería, que es casi aséptica"

Inicialmente, ¿en qué fecha estaba prevista la presentación de 'Bronx Affaire'?

Bueno, en 2019 estaba celebrando mis treinta años de carrera y, en principio, tenía previsto hacer una gran presentación de mi obra inédita en 2020, presentando mi nueva colección junto con obras de mis amigos artistas en mi estudio.

¿Por qué en su estudio?

Porque quería que mis amigos y mis coleccionistas vinieran al sitio donde suceden las cosas, en lugar de ir a una galería, que es casi aséptica. La presentación iba a ser en mi estudio, junto con mis amigos artistas, que expondrían a su vez sus mejores obras. Esa era la idea, pero entonces llegó la pandemia, que estropeó ese plan primero, que era hacer una exposición, un evento de una noche, aprovechando el estudio y el pasillo de cien metros que hay en el exterior del estudio.

¿Qué hizo entonces durante la pandemia?

Como aquella exposición no se pudo hacer, pero yo ya estaba contactando con todos estos artistas, durante la pandemia estuve haciendo pequeñas entrevistas y reuniones en el estudio, que luego he utilizado para descubrir un poco el concepto de arte que tiene cada uno de esos artistas. Eran entrevistas improvisadas, sin un guion predeterminado, con lo que la conversación llevaba a extraer la esencia de cada uno.

¿Y qué descubrió?

Descubrí que cada uno acababa hablando obviamente de su arte, pero sintiéndolo de formas muy dispares. Ahora entiendo por qué uno es expresionista, otro abstracto, otro hiperrealista, otro dadaísta u otro nihilista. Todo esto se ha recogido en una serie de filmaciones y escritos. Ahora mismo hay ya montado un documental de unos seis minutos de duración, que pretende ser el embrión de una producción más extensa dedicada a este proceso creativo en tres capítulos.

¿La película se complementará con algo más?

Sí, habrá un catálogo de arte hablando de todos estos términos, porque me gusta mucho escribir y quiero hablar escribiendo de lo que es para mí amar, conocer y hacer, junto con los demás artistas.

"Tú quieres que el público disfrute con algo que le estás ofreciendo, y percibes si es así o no"

¿Cuándo tendrá finalmente lugar la exposición que estaba prevista antes de la pandemia?

Espero que sea en este 2023, tres años más tarde de lo previsto inicialmente. Aun así, también es verdad que se ha trabajado muchísimo durante la pandemia, un trabajo que ha sido solitario, pues un pintor trabaja siempre solo. Si en política la palabra más usada es "democracia", en arte la palabra más utilizada es "introspección" —ironiza con sutileza—.

¿El trabajo del artista requiere de autodisciplina?

Yo entiendo que tiene que haber un grado de autodisciplina y de autoexigencia, si bien cada uno pone el límite. Y siempre hay límites. Al final, el público es siempre como un hijo, es un reflejo de ti. Tú quieres que el público disfrute con algo que le estás ofreciendo, y percibes si es así o no. El actor o el cantante siente cuando entra en conexión con el público, y el pintor igual. Y viceversa también. Yo sé si te gusta un cuadro mío o no te gusta, o al menos pienso que es así.

¿La autoexigencia ayuda mucho?

Es absolutamente necesaria. Pero insisto, la autoexigencia tiene que existir dentro de unos límites que inevitablemente hay, porque si no, no acabaríamos nunca, ja, ja, ja. Yo llevaría treinta años pintando el mismo cuadro, y no lo acabaría jamás.

Hay que acabar el cuadro en algún momento...

A veces terminas simplemente porque tienes que acabar, porque tienes que pagar la factura de la luz. Es así. Por mucho que le des vueltas, cuanto antes entregues ese cuadro, antes lo venderás. Y si tengo que pagar la luz, lo tengo que acabar. Mi primer marchante a veces me vio en esa fase de que me costaba concluir un cuadro y me decía que lo que no me gustaba a mí podía gustarle a otra persona. Por tanto, hay que avanzar, hay que producir y hay que mantener la capacidad de producción.

¿Siempre hay que producir?

Es que si interrumpes esa producción, ya no puedes crear, porque no te puedes mantener. Está claro que yo, después de treinta años, sigo viviendo de la pintura, pero esto es así porque he producido. Aun así, dentro de las propias limitaciones, sean cuales sean, uno tiene siempre su grado de autoexigencia.

"En mi estudio tengo que ser excesivo, porque si no, ya partes de una mediocridad que no te lleva a ningún lugar"

¿Qué ocurre si eres demasiado autoexigente?

Si eres muy autoexigente, no entregas el cuadro en el que estás trabajando y a lo mejor te cortan la luz o pasas hambre. Cuando eso ocurre, piensas: "Bueno, ya habrá más suerte la próxima vez". Ja, ja, ja, ja.

¿Qué siente cuando ve que alguien contempla un cuadro suyo?

Le contestaré con una frase de la novela Noches blancas, de Fiódor Dostoievski, que es: "¿Y qué sería una vida sin poder contar una historia?". Yo creo que esa frase define muy bien esa línea donde las artes ejercen la fascinación del receptor, del público. Al final, con tu cuadro, estás contando una historia. Y si hay alguien que la aprecia, la valora o incluso la rechaza, es justamente porque está escuchando tu historia.

¿También a través de la pintura?

Realmente, yo tengo algo que contar porque hay alguien que está mirando ese cuadro que he pintado. El mero hecho de que alguien lo esté viendo, implica que le estás contando ya una historia.

¿Qué papel juegan el ego o la vanidad en cualquier artista?

Siempre hay una dosis de vanidad o de satisfacción, es cierto. Ahí se mezclan muchas cosas, pero pienso que los distintos ingredientes en su justa medida dan un buen sabor. Los excesos y los extremos a veces no son buenos, si bien entiendo que en la creación pictórica uno es egocéntrico, completamente. En mi estudio, yo soy el centro de todo, porque soy yo el que hace el trabajo. Luego, la manera con la que interactúas con los demás es la que definirá un exceso u otro.

¿Hay que ser un poco excesivo entonces?

Bueno, en mi estudio tengo que ser excesivo, porque si no, ya partes de una mediocridad que no te lleva a ningún lugar. Todo esto se puede reconducir a la pregunta que me ha hecho antes sobre la autoexigencia. Siendo uno consciente de las limitaciones que existen, de la índole que sean, hay que tener un grado de autoconciencia y por supuesto de autoexigencia. Y también de disciplina. Todo esto lo tenía claro hasta un jugador empedernido y un hombre a menudo enfermo como Dostoievski, que era un sabio.

Suscríbase aquí gratis a nuestro boletín diario. Síganos en X, Facebook, Instagram y TikTok.
Toda la actualidad de Mallorca en mallorcadiario.com.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Más Noticias