Son los nuevos humanistas, los humanistas del siglo XXI. No lo dice quien firma el reportaje sino el mismísimo Steven Pinker, una de las mentes más brillantes de nuestros tiempos y un referente social a escala planetaria. Y a pesar de tan grandilocuente presentación y rimbombante descripción, están absolutamente abandonados por los políticos y sociedad. Los responsables de las colonias felinas de Mallorca dicen 'basta'. Están hartos de asumir a solas una labor que corresponde a la Administración. "Los ayuntamientos lo saben pero miran a otro lado", critican algunos de ellos, reunidos en Palma, en un encuentro con mallorcadiario.com
Sus nombres: Patricia, Marta, María, otra María y otra más, Joana, Antònia, Maria Antònia, Gabi, Susana, Margarita, Loren (el único hombre que asiste a la reunión, aunque no el único que se dedica a ésto)... Son enfermeras, camareras, funcionarias, dependientas, amas de casa, azafatas... "Gente normal, con vidas comunes, por mucho que alguno se empeñe en llamarnos las locas de los gatos". Sin embargo, asumen una carga extra -de tiempo, dinero y preocupaciones- que el ciudadano de a pie no tiene. "Si tú no cuidas de los gatos de la calle, nadie lo hará. Son los grandes olvidados".
"Los gatos de la calle son los grandes olvidados"
Todos ellos se han autoimpuesto una obligación diaria, sin vacaciones ni descansos. A veces, les cuesta la salud mental (hay casos de ansiedad y síndrome de burn-out); otras tantas, les come los ahorros: los hay que desembolsan hasta 6.000 euros propios al año en comida y veterinarios. "Y encima se ríen de ti diciéndote que te lo gastas en tonterías", lamentan. Además, se ocupan de vacunar, desparasitar y brindar atención veterinaria a los gatos comunitarios para evitar problemas a terceros y a nosotros, los humanos. Voluntarios de animales y personas.
LA CLAVE, ESTERILIZAR: MÉTODO C.E.R.
Pero todo lo anterior no sirve de nada, y de hecho es contraproducente, si la población felina no está controlada. Esa es la clave: esterilizar para contener. "No hace falta que te gusten los animales, tan solo razonar: si los gatos no paran de criar, los problemas se multiplican". Camadas por doquier, enfermedades, malformaciones, maullidos y peleas -comportamientos relacionados con el apareamiento-, marcaje, gran cantidad de excrementos y orines, depredación a gran escala de fauna silvestre... Ante este escenario, la única solución efectiva y que este grupo de voluntarios se empeña en implantar en toda la isla es el método CER: Capturar, Esterilizar, Retornar.
"Las poblaciones felinas sin control son sinónimo de problemas, hay que castrar"
Una fórmula que se aplica desde hace décadas en Europa -como Roma o Ámsterdam-, Estados Unidos o Australia y ha demostrado ser, además, la más ética: se coloca una jaula-trampa con comida, el animal cae, se lleva al veterinario y se castra. Adiós a la procreación. Adiós a lo que muchos califican como "plaga".
LA FIGURA DEL VOLUNTARIO: AYUDAN AL ANIMAL PERO LE AHORRAN LA TAREA (Y EL DINERO) A LOS AYUNTAMIENTOS
La teoría está clara pero 'quién' se encarga y 'quién lo paga' son el verdadero dilema. La ley lo dice claramente: los ayuntamientos son los responsables de los animales sin dueño que viven en sus calles, entre otras razones, para evitar la propagación de plagas y enfermedades. Por tanto, el coste de este método debería ser asumida por la Administración. Pero en Mallorca -y en muchísimos rincones del país- casi nunca es así. "Depende de cada municipio. Algunos lo hacen, otros tienen ordenanzas ejemplares que luego no se ponen en marcha y la mayoría, pasan olímpicamente del tema", lamentan.
De hecho, la diferencia de gestión entre municipios es destacable y motivo de debate en la reunión. Mientras que algunos, como Calvià, se han involucrado notablemente, otros, como Llucmajor o Marratxí se lavan las manos. "Son un desastre", defiende Maxi Langer, de Baldea. "Y no es cuestión de partidos políticos sino de personas. Hay responsables tanto de izquierdas como de derechas a los que hacer muchos reproches", concluyen todos. Las siglas no son sinónimo de compromiso.
"No es una cuestión de izquierdas o derechas: el abandono de ayuntamientos en Mallorca es generalizado"
Marratxí es un buen ejemplo de la lucha a lo David contra Goliat entre voluntarios y ayuntamiento y vecinos. "Es un municipio muy grande, con muchos núcleos, un alto grado de rechazo ciudadano a los gatos comunitarios y la voluntad política es nula. Si no nos movemos y organizamos nosotros, el ayuntamiento no hace nada", protesta Maria Antònia. Y es un Pacte "de Progrès". Cuenta que reciben cientos de críticas por la "suciedad" que causan los animales "pero de la que generan los vecinos que orinan o dejan trastos en la calle o los que pasean a los perros y no recogen los excrementos, no dicen nada". Fijación por el más débil.
En Palma, todos coinciden en que ha habido "ínfimos" avances y que esperaban "mucho más" del Govern de la Gent: a la hora de la verdad, siguen pringando los de siempre. María lleva una de las más de cien colonias legalizadas. "Son 50 gatos, todos los asumo yo", cuenta. "Por muy oficial que sea y por mucho carnet que nos den, la ayuda real no llega. SI tienes algún problema, búscate la vida".
Uno de los casos recientes más sonados es el del Estadi Balear. Cuando comenzaron las obras del antiguo pabellón,emergió la magnitud del problema con los gatos comunitarios, tras décadas sin control: 117 mininos, la inmensa mayoría enfermos. "¿Quién se comió toda la gestión? Los voluntarios, como siempre", relata otra María. "La regidora de Benestar Animal de Palma, Neus Truyol, miembro de un partido ecosoberanista como es Més, fue informada y no hizo nada. Nosotras los tuvimos que capturar, castrar, medicar y buscarles una solución. Como siempre, pagando de nuestro bolsillo y tirando de donaciones", explica Maria. "Más te vale no toparte con un caso así porque el desamparo es absoluto".
"Es fundamental que el vecino colabore castrando a su gato casero. Si no, todo lo que avanzamos por un lado se descontrola por otro"
Abandono no solo de acción sino también de resolución de problemas. Maria tiene 78 años, lleva 20 con la jaula y la bolsa de comida de gatos a cuestas por Ciutat Jardí y el Coll d'en Rabassa y asume que en esta guerra, están solos en esta guerra. Recibe ayuda de otros voluntarios pero siente "mucha incomprensión".
A principios de año, el Consell de Mallorca anunció que financiaría el "control ético" de las colonias felinas asilvestradas de la isla. Líneas de subvención para que los municipios pongan en marcha campañas de esterilización. "Seguimos sin nada". ¿Esperan a elecciones?
LA MEJOR "HERRAMIENTA" ANTIPLAGAS
"Hay que acabar con la idea de que el gato callejero, ese que no es de casa, cariñoso y domesticado, sobrevive por sí mismo en una ciudad", defiende Loren. "El gato feral vive asociado al hombre y a sus deshechos. En un entorno de cemento y ladrillos, poco pueden cazar". O estaban antes y se han ido integrando en el entorno que el humano va construyendo o son descendientes de gatos domésticos que fueron abandonados. Por lo general suelen pasar inadvertidos hasta que comienzan los problemas: superpoblación, excrementos, olores, enfermedades... Y es entonces cuando alguno se toma la solución por su mano. "Se les envenena y punto". A eso hay que sumar riesgos y obstáculos constantes: coches, frío, maltrato...
Una colonia felina controlada cumple una misión 'antiplagas' fundamental
Basta un poco de información para entender que las colonias, bien controladas, son prácticas desde un punto de vista económico y medioambiental: los gatos cazan, manteniendo a raya la población de ratas, ratones y cucarachas y el ayuntamiento se ahorra los plaguicidas. Ganan ellos, ganamos nosotros.
Pero falta información y formación pública, "queda mucho por hacer en campañas de difusión explicando a la ciudadanía, desde pequeños y en los colegios, las ventajas de las colonias y la necesidad de castrar todo felino doméstico que pise la calle". Si no, todo lo que se avanza por un lado, se descontrola por otro.
DE CÓMO LOS DESASTRES CON GATOS AFECTAN A LA IMAGEN TURÍSTICA
Que en Mallorca el turismo lo inunda todo es algo que se ha repetido hasta la saciedad. Que la imagen de país tercermundista que se llevan muchos de nuestros visitantes por casos de gatos desnutridos, deformes, con infecciones o amputados en plena calle, es algo de lo que apenas se habla. "Desde Portocolom hasta s'Arenal, todos los veranos recibimos cientos de avisos de alemanes, ingleses, nórdicos... pidiendo ayuda o avisándonos de algún animal en condiciones deplorables en la calle", cuenta Susana. "Si no quieren actuar por bienestar animal y ética, que lo hagan por imagen. Tanto que quieren cuidar el turismo pero los visitantes se van de aquí pensando que somos un país retrasado".
"Que alguien les expique a los políticos que los gatos enfermos, desnutridos y magullados de la calle dan una mala imagen turística"
Por no hablar de los fondos privados que nutren muchas de las asociaciones. No todas y no siempre, pero detrás de infinidad de actuaciones hay extranjeros detrás: suizos, alemanes, británicos. "¿De verdad tenemos que seguir tolerando esta imagen internacional que llega a sus periódicos?".
...LOS GRANDES HUMANISTAS DEL SIGLO XXI
Pero volviendo al inicio: los grandes humanistas del siglo XXI, según Pinker. "Viene a decir que sois los que sabeis incorporar a los animales a esa manera distinta de contemplar el mundo, lejos de populismos, trumpismos y demás barbaridades", como explicaba Enrique Alonso, miembro del Consejo de Estado durante en el II Foro Parlamentario Felino que acogió el Congreso de los Diputados en el mes de junio. Colonias de gatos colándose en la agenda política nacional.
"Poco a poco, con poca repercusión mediática, pero demostrando que cada vez somos más y en más rangos preocupándonos por los grandes desconocidos y eternos olvidados de nuestras calles".