www.mallorcadiario.com

La crisis de los ricos

Por José A. García Bustos
sábado 08 de septiembre de 2018, 02:00h

Escucha la noticia

Esta semana hemos conocido que ha aumentado el número de ricos en España durante la crisis. No nos debe sorprender. Es la plasmación real de aquel conocido aforismo que dice que “el dinero hace dinero” (els doblers fan doblers, en catalán)

La casuística de los ricos durante la crisis ha sido variada. Unos contrataban empleados a menor sueldo porque había exceso de oferta de mano de obra. Otros se acogían a reestructuraciones de plantilla pagando bajos despidos. Otros sacaban los ahorros (había que tenerlos) y compraban barato aprovechando que el vendedor, a veces, se encontraba acuciado por la necesidad de obtener fondos. Otros prestaban el dinero a los necesitados y hacían de banqueros. Etcétera.

En realidad, no toda la clase pudiente es igual. Existen tres clases de ricos. Los que se lo han ganado con esfuerzo, los que se lo han ganado a costa de otros (sin esfuerzo) y los que han recibido el patrimonio de papá.

De los tres tipos, los interesantes son los primeros. Los que arriesgan en proyectos que aportan riqueza y empleo a la sociedad. Como estos, muchos más. Pero con una salvedad, que los salarios que ponen a sus empleados sean dignos.

Personalmente, me da igual que cada vez haya más ricos. Lo que no me da igual es que cada vez haya más pobres. El crecimiento de los extremos en el estrato social hace que vaya desapareciendo la clase media, la verdadera maquinaria de crecimiento, en palabras de Barack Obama. La existencia de la clase media tira del consumo y el crecimiento de un país. El vaciamiento de ella hace los países muy desiguales y radicaliza la sociedad. No solo tira de la economía sino que estabilidad social. Es un estrato a conservar.

Pero hay un segmento de la población que odia a los ricos. Y casi también a la clase media a tenor de los límites de renta que emplean para baremar y definir al enemigo. Detestan la clase pudiente por el mero hecho de serlo, sin importar sus orígenes, a menudo humildes a tenor de los perfiles de los más ricos en la lista Forbes. Aunque odian más a los ricos de derechas que a los de izquierdas que, haberlos haylos. Los ven como contraposición y enemigo del proletariado cuando, en muchas ocasiones, son los ricos lo que dan soporte a la clase trabajadora. Sin la existencia de los primeros no existirían los segundos. Estaríamos hablando, en su lugar, de desempleados. Ricos (solo los del primer tipo, los hechos a sí mismos) y trabajadores representan las dos caras de una misma moneda: unos necesitan mano de obra para llevar a cabo su proyecto y otros necesitan el salario que les da el primero.

Los representantes políticos de quienes odian a los ricos, nada más llegar al poder, se obcecan en subir los impuestos a las rentas altas. Su líder acaba de añadir a su patrimonio una vivienda de precio incierto, aunque superior al de su hipoteca de 600.000 euros. El valor del patrimonio es la diferencia entre el valor del bien y la deuda y en este caso es positivo. Muchos de los que desde Podemos consideran ricos (casta) según su particcular baremo, viven en casas que no llegan ni a un tercio de ese valor.

A pesar de la insistencia del grupo de Pablo Iglesias y después de que la vicepresidenta del gobierno, Carmen Calvo, dijera que sería una subida por justicia social, el gobierno ha claudicado y no subirá impuestos a los tramos de renta alta. Es que, como digo hay muchos ricos, según su baremo, entre los votantes de izquierdas.

Pero matizando a la ministra, sabemos que no todos los ricos han llegado ahí de la misma manera, ¿qué tipo de justicia social se hace con los que han sacrificado su tiempo, han batallado con bancos para obtener fondos para arrancar su proyecto (a veces encontrando las puertas cerradas), han renunciado a su sueldo y vacaciones en los primeros años y, en base al sufrimiento y constancia, han conseguido prosperar? ¿Se está penalizando el esfuerzo? Repito, ¿qué tipo de justicia social es esa? Este tipo de ricos debería ser premiado, no penalizado. Un abogado, un economista, un médico, un presentador de televisión o cualquier profesional de prestigio que genera puestos de trabajo debería ser mimado aunque en un país en el que la envidia es deporte nacional, es difícil de entender. Y esto se lo dice alguien que está a años luz de encontrarse dentro del segmento de renta alta.

Como acertadamente me dijo una vez mi amiga Catiana, lejos de criticarlo y tener envidia, si ves que el dueño de tu empresa cambia a menudo de coche, alégrate. Eso es buena señal para ti. Si al él le va bien el negocio, más seguro estará tu puesto de trabajo.

¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (0)    No(0)

+
0 comentarios