El hecho de que en 18 meses solo se hayan solicitado dos licencias para construir hoteles de 5 estrellas gran lujo en Canarias, una posibilidad prevista en la Ley autonómica de Medidas Urgentes en Ordenación Territorial, da pistas sobre lo difícil de reorientar la oferta hacia un turismo de calidad. Y no solo ocurre en Canarias, sino en cualquier sitio donde los precios se han mantenido bajos demasiado tiempo. En Baleares, donde más allá de una crisis coyuntural también se arrastran los inconvenientes de un modelo agotado, el empresario Pablo Piñero se ha referido más de una vez a la misma idea: reconvertir la planta obsoleta es imprescindible, pero creer que el turismo gama alta puede acabar por ser predominante es poco realista, y esperar lo contrario puede llevar a adoptar decisiones empresariales equivocadas. Porque subir la categoría está bien sobre el papel y en los titulares. Antes de que las elecciones locales del 22-M lo frenaran en seco, el Plan de Reconversión Integral de la Playa de Palma aspiraba a pasar de una media ponderada de 2,7 estrellas a 4. Muy bien, pero el problema es que se fía gran parte del resultado a la iniciativa privada. Es el hotelero quien debe arriesgarse con el gasto de reconvertir su establecimiento en otro con menos habitaciones pero de mayor categoría, casi nada, y luego cruzar los dedos para que los clientes sigan viniendo. Eso es pedir peras al olmo. En turismo la oferta crea la demanda solo hasta cierto punto. En 2009 había en Mallorca 289 hoteles de 3 estrellas, 155 de 4 y 24 de 5 estrellas. Solo 90 establecimientos pertenecían a las categorías más bajas. Y sin embargo en la Playa de Palma, una zona lo bastante representativa del turismo mallorquín como para sacar conclusiones, de junio a agosto del año siguiente el RevPar se situó en 37,4 euros. A modo comparativo, en un destino canario también maduro y en declive como Puerto de la Cruz el RevPar fue de 26,7 euros, mientras que el promedio nacional fue de 55,9 y en lugares como la Costa del Sol se alcanzaron los 148 euros. ¿De qué sirve subir la categoría si los precios son bajos? CAMBIO DE OPINIÓN Los sindicatos de AENA en Palma han debido de trabajar mucho para convencer a los empleados del ente público de que apoyen el preacuerdo que ha puesto fin al preaviso de 22 días de huelga. Han conseguido su objetivo por amplia mayoría, pero seguro que más de un trabajador ha podido sentirse manipulado ante tanta presión para el “sí” cuando hace bien poco el planteamiento era radicalmente distinto. Es probable que el órdago lanzado al Gobierno fuera demasiado grande, al estilo de los controladores aéreos, y cuando llegó el momento de la verdad les dejara casi sin capacidad para negociar. Y que más de uno haya dado su voto sin tener claro que sus condiciones laborales puedan mantenerse tal como están tras la privatización. Pero los sindicatos han logrado un 81% de votos favorables, a eso se llama crear opinión.