Los padres de los niños hospitalizados han sido de los primeros en quedarse sin menús gratuitos mientras permanecen acompañando a sus hijos. La medida, según nuestras autoridades, supone un ahorro de unos 27.000 euros mensuales, por lo que a partir de ahora o se van a la cafetería o se llevan la comida de casa. Y así, sin previo aviso, los padres se han encontrado que si quieren comer se lo tienen que pagar de su bolsillo. No voy a entrar en las razones que argumentan esta decisión, pero sí decir que las cosas no se pueden hacer así. Primero se informa a los afectados, se les da un plazo de tiempo y se habilita, si es posible, un lugar, donde puedan comer y calentar la comida, porque no están los tiempos como para ir gastando un dineral cada día en cafeterías o restaurantes, o se les da la posibilidad de elegir el menú a un precio asequible, porque 25 euros, diga lo que diga la concesionaria, es demasiado caro. ¿No es posible ofrecer menús a precios asequibles a todo el que quiera acogerse esta medida? Parece que no, que a nuestra Conselleria de Salut le ha entrado tal obsesión por ahorrar que se lleva por delante todo cuanto sea necesario, sin pensar en las consecuencias ni en las alternativas.
