Un 36 por ciento de los adictos al juego on line en España se iniciaron siendo menores de edad, según los datos publicados este jueves por mallorcadiario.com. La información revelada por este digital señala que la adicción al juego suele producirse en la adolescencia con pequeñas apuestas hasta alcanzar en muchos casos una pérdida de control en un intervalo que oscila entre uno y diez años, según los expertos consultados. El fenómeno se agrava por la facilidad de acceso a las apuestas a través de internet, a cualquier hora y desde todo tipo de dispositivos.
Los expertos alertan de la superficialidad con que se publicitan las apuestas on line, especialmente las que tienen por objeto las competiciones deportivas. Caras conocidas como reclamo, colores brillantes, música repetitiva y un trasfondo deportivo son las herramientas que usan las webs de juego on line para conseguir que los jóvenes se rindan a las apuestas deportivas. El resultado final, en muchos casos, es la total dependencia psicológica y una pérdida de control que provoca problemas en la familia, en el trabajo o en cualquier ámbito social.
La reglamentación es clara, pero las posibilidades de eludirla son muchas. Para los salones de juegos, este mismo jueves el Ayuntamiento de Palma aprobaba la prohibición de que puedan instalarse cerca de colegios, institutos o centros públicos con una gran afluencia de jóvenes. Es un paso que no limita, sin embargo, el libre acceso que esos mismos jóvenes tienen a plataformas de juego en línea donde el control es fácil de sortear.
Legislar es el primer paso para evitar que se generalice aún más este tipo de prácticas entre los jóvenes. Pero a la existencia de unas normas legales debe seguir una estricta vigilancia de las mismas mediante inspecciones o controles exhaustivos.
Los expertos elevan la voz de alarma: "tras la generación perdida de los años 70 u 80 por culpa de la heroína, estamos ahora ante la adicción que más daño puede provocar a una generación entera de jóvenes". Son consideraciones que hay que tener en cuenta y sobre las que se debe actuar desde todos los ámbitos: en las administraciones y en las familias, donde la detección precoz suele ser el mejor remedio al problema.