Los expertos sólo están de acuerdo en que somos clave

En 2007, cuando sólo unos pocos se atrevían a pronosticar el final de la época de vacas gordas, España luchaba denodadamente por figurar en un mundo que nos ignoraba. Zapatero llegó a implorar a Sarkozy que le dejaran participar en las cumbres del G20 porque, pensaba, si no estamos allí no somos nadie. Ahora no. Ahora somos los protagonistas por derecho propio, aunque sea por lo malo. Ahora no hay servicio de información económico que no nos dedique algunos artículos cada poco. Porque, según se dice, España es la clave para el futuro: si vamos mal, nosotros nos hundimos pero nos llevamos por delante a Europa. Vean por ejemplo estos dos últimos casos: en la página económica Seeking Alpha (www.seekingalpha.com), Doug Carey, fundador de una consultora económica de primer nivel, anuncia que en un plazo de no más de tres años habrá una quiebra en un país importante de la Unión Europea. ¿Quién? No, se ha equivocado. Con buen criterio, Carey dice que el primero que tendrá problemas serios será Italia. Italia -como Bélgica- tiene una deuda pública desproporcionada y los dos carecen de gobierno: Italia porque está en manos de un impresentable y Bélgica porque desde hace más de un año y medio está literalmente sin gobierno. En los dos casos, la deuda supera claramente el 100 por ciento del PIB del país. Por eso, dice Carey, Italia será el primer país que tendrá serias dificultades para pagar su deuda y terminará por quebrar. España, en cambio, gracias a la devolución de deuda que tuvo lugar durante los años de Rato y de Solbes como ministros, no padece ese problema, pero, dice Carey, tiene un problema de déficit. Carey se pregunta cuánto podrá aguantar. Y eso depende de que Zapatero siga haciendo las políticas de ahorro que sí está llevando a cabo ahora. Si en el 2013, como promete, el déficit queda en el 3 por ciento, España habrá salvado su crisis, por poco. En todo caso, las elecciones de 2012 no son un factor preocupante: si gana el PSOE, lo cual hoy se antoja imposible, presumiblemente mantendría el rigor en el gasto mientras que es de suponer que el PP haría básicamente políticas iguales. Claro que la deuda española tiene otro motivo para existir: la banca, especialmente las cajas de ahorros. ¿Hasta dónde tienen un agujero? En realidad, ni ellas lo saben. Porque para saberlo, necesitarían que emerja la realidad de su deuda inmobiliaria. Y eso no está aún disponible. ¿Valen los activos inmobiliarios lo que dicen que valen? ¿Por qué es importante la situación de la banca? Porque si el agujero fuera superior a los 90 mil millones de euros que tiene el Fondo de Rescate del Banco de España (FROB), habría que endeudarse adicionalmente para salvar a la banca (como sucedió con Irlanda) y eso supondría romper los escenarios actuales, que se aguantan a duras penas, pero que podrían permitir la salvación. En este sentido, Tullia Bucco, de UniCredit es contundente: “España no va a necesitar pedir ayuda financiera” y aduce que lo que se está haciendo con las cajas (pasan de 45 a 15) es suficiente para cubrir el agujero inmobiliario. David Williams en cambio publica en la agencia France Press que “para los mercados financieros, el escenario del apocalipsis en 2011 comienza con una España doblada por el peso de su deuda que desencadena una crisis de alcance europeo mucho mayor de todo lo que se ha visto hasta ahora con Grecia e Irlanda”. A continuación admite que esto no es universalmente aceptado. “Los analistas financieros discrepan sobre la probabilidad de tal crisis de la deuda soberana española, pero sí están de acuerdo en que el riesgo está ahí y que los actuales mecanismos de rescate europeos e internacionales no serían capaces de hacerle frente”. ¿De qué depende que España sea o no capaz de sobrevivir? Depende fundamentalmente de dos cuestiones, una bajo su control, otra, no. Bajo su control está la credibilidad que genere con sus recortes del gasto. Si, como desde mayo de 2010, Zapatero parece decidido a cumplir con su palabra y recortar el gasto con rigor y sin engaños, España tendrá un objetivo conseguido a la hora de superar el obstáculo. El otro problema no depende de nosotros: es el tipo de interés marginal que se aplique a nuestra deuda, que viene influido no sólo por nuestra credibilidad sino por muchos otros factores, vinculados a nuestra economía, a la evolución del euro e, incluso, a la situación de Italia. España no podrá mantener sus compromisos si la deuda que tiene que refinanciar esta primavera, de unos 200 mil millones de euros (incluyendo deuda bancaria) está a tipos superiores al 6 por ciento.

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