El cambio de sede social de una entidad, en este caso de grandes bancos, no tiene por qué tener efectos en sus clientes, ni siquiera en sus trabajadores. La sede social puede estar en una ciudad o comunidad y la sede operativa en otra. Banco Santander tiene su sede social en Cantabria, pero su sede operativa está en Madrid, por poner un ejemplo entre muchos.
Otra cosa, no menos importante, es el apartado de los impuestos. El cambio a otra comunidad tiene efectos directos en la recaudación del impuesto de actividades económicas (IAE) que recauda el ayuntamiento, y del impuesto de transmisiones patrimoniales, que al tratarse de un impuesto cedido, recaudan las comunidades. En este caso, al tratarse de grandes corporaciones bancarias, la perdida de ingresos para Barcelona y para Cataluña es muy significativa.