Si algo ha quedado meridianamente claro tras comprobar el fiasco de la Ley Orgánica 10/2022, de garantía integral de la libertad sexual, más conocida como Ley del ‘Sólo sí es sí’, que pasará a la historia como la Ley ‘suelta violadores’, es que la gran mayoría de los diputados y diputadas, senadores y senadoras, que con su voto alumbraron aquella norma, no se leen las leyes que votan en el Parlamento. De tal modo que la ciudadanía ha podido constatar que nuestros representantes públicos no hacen aquello para lo que cobran los generosos sueldos que les pagamos entre todos. Es lamentable, pero es así.
De haberse leído el bodrio de texto legal que aprobaron en septiembre del año pasado, no lo hubieran aprobado tal cual lo hicieron y desoyendo las recomendaciones que numerosos organismos e instituciones, públicas y privadas, alertando de las “consecuencias negativas” que conllevaría su aplicación. Y ahora no nos veríamos en la infamia de tener que rectificar una norma a los pocos meses de su entrada en vigor. Porque, además del espectáculo deplorable al que estamos asistiendo sobre la negativa de Unidas Podemos, primeros y directos responsables del desaguisado, de modificar ni una coma, y ahora por el asunto de las enmiendas para corregir la Ley, que persiguen que la Ley no sea corregida, lo cierto y seguro es que las rebajas de pena ya acordadas por los tribunales, que se acercan ya a unas 800 en todo el país, no van a ser enmendadas y, por tanto, los agresores sexuales que han sido puestos en libertad, en libertad seguirán gracias a Irene Montero, Victoria Rosell y demás altas cargas de Podemos en el Ministerio de Igualdad.
A la ya larga lista de beneficiarios de la aberrante Ley Montero, unos cincuenta en Baleares, ayer sumamos uno más, que saldrá de la cárcel 20 meses antes de lo previsto en su condena, al beneficiarse de una modificación legal que jamás debió ver la luz. Y todo porque los diputados y senadores no se leen las leyes que aprueban. Ténganlo presente cuando esos mismos les pidan el voto para volver a vegetar cuatro años más en sus escaños, sin siquiera leer las leyes que votan.
Son los congresistas Pere Joan Pons, Sofía Hernanz, Antònia Jover y Lucía Muñoz. Y los senadores Cosme Bonet, Susanna Moll y Patricia Abascal.