El tejido económico y laboral del país se ha ampliado notablemente durante los últimos años con el aumento de trabajadores que han pasado a ejercer de autónomos y, muy especialmente, con los puestos de trabajo generados a su vez por autónomos que contratan a otros trabajadores. Se calcula que en todo el país existen casi 13,5 millones de trabajadores autónomos, de los que unos 87.000 están en Balears.
Quizá por ello son muy habituales las noticias sobre nuevas ayudas a empleados por cuenta propia, y emprendedores en general, aprobadas por todo tipo de instituciones, desde la administración central a ayuntamientos, pasando por las comunidades autónomas.
En Balears, la última iniciativa de este tipo ha sido la acordada esta misma semana por la Conselleria de Trabajo con la Asociación de Empresas Familiares para facilitar el relevo generacional en este sector con una línea de ayudas que subvenciona los gastos necesarios en el proceso con hasta 10.000 euros.
El catálogo y la cantidad de ayudas es notable, especialmente tras la entrada en vigor de la nueva ley a finales del año pasado. Se incluyen beneficios para primeras altas, para menores de 30 años, para mujeres, para autónomos que contratan trabajadores o familiares, para discapacitados, por bajas de maternidad, conciliación familiar… La casuística es amplia y se calcula que su aplicación puede suponer en Balears ayudas por valor de 30 millones de euros cada año. No en vano el número de autónomos ha crecido en esta comunidad no sólo en el sector servicios, sino que se ha instalado férreamente en sectores como el de la construcción donde el 40 por ciento de trabajadores son autónomos.
Las administraciones asumen el papel de los autónomos como uno de los motores de la economía nacional y la creación de empleo. Por ello es necesario que las ayudas previstas vayan acompañadas de condiciones más sencillas, con mecanismos simplificados que permitan el acceso real a todas las ayudas acordadas, sin que queden en el cajón subvenciones que siempre tendrán más efecto puestas al servicio de los trabajadores por cuenta propia. Esa es la mejor forma de garantizar la estabilidad de un sector capital en el tejido económico y social del país, a la vez que se posibilita que afloren muchas actividades que actualmente siguen ancladas en la economía sumergida.