Los abogados de oficio

Resulta difícil escribir sobre un colectivo de profesionales por los que siento admiración. Durante años estuve sirviendo en el colectivo de oficio y les puedo asegurar que conocí a profesionales dignos de cualquier alabanza por su nivel de dedicación y profesionalidad.

Los Abogados de Oficio son unas personas igual que cualquier abogado que no esté en dicho turno de oficio, con un conocimiento de la realidad social muy superior a la mayoría de la ciudadanía pues están en contacto directo con la gente con escasos recursos; conocen auténticos dramas humanos y no escatiman horas a gente que a veces, desde fuera, pensamos que no se merecen nada de esa sociedad a la que tanto maltrata desde su reincidencia y delincuencia habitual. Algunos han estado en grandes juicios como el del 11-M o Gurtel, cobrando un ridiculez comparado al Compañero de estrado, pero ahí han estado.

Hacen más que defender a personas sin recursos, velan para que todos los ciudadanos seamos iguales ante la Ley y que todos los ciudadanos puedan acceder a la tutela judicial efectiva; que la riqueza o la pobreza de una persona no determine el resultado de un juicio.

Son muchas horas de esfuerzo y dedicación a personas que quizás nunca se lo agradezcan y no lo hacen por dinero sin por sensibilidad social, por solidaridad, por creer en determinadas ideas. Cada Abogado tendrá un motivo diferente para seguir ahí, a veces mirando a los ojos al mal absoluto convertido en persona o debiendo dejar su casa de madrugada para acudir a un registro. Sus vivencias y anecdotarios son de lo más variopinto.

Encima no les pagan desde hace meses y deben, debemos, manifestarnos; no sólo están mal pagados sino que los pagan el trabajo que con tanta dedicación hacen. Su trabajo debería ser socialmente reconocido y sus honorarios deberían multiplicarse por mucho. Si la Justicia es la hermana pobre del Estado, no digamos la abogacía de oficio. Es imprescindible que se reconozcan los méritos de esos Abogados de primera línea, que a lo mejor no ocupan portadas ni fusionan bancos, pero dan al ciudadano lo mejor de ellos mismos. Mi reconocimiento y admiración por esos hombres y mujeres que no abandonan esa parte del derecho pese a que sus emolumentos son escandalosamente bajos y aún así pelean a diario en los Tribunales. Que pasen un buen día.