La mayoría de pensionistas o trabajadores desempleados que conozco, que son bastantes, no alcanzan a percibir 1.422 euros ni de lejos, el salario de referencia local (SRL) establecido recientemente por el Ajuntament de Palma. Por tanto, se puede afirmar que viven de forma indigna, algo que no garantiza ni siquiera tener trabajo y percibir el salario mínimo interprofesional (SMI), fijado en 1.166 euros en doce pagas anuales; aunque si dependiera de los partidos de derechas, seguiría en aquellos exiguos 600 euros al mes que se cobraban en el año 2008.
El departamento de Bienestar Social de Cort, que dirige el exalcalde Antoni Noguera, ha elaborado un informe para saber qué ingresos debe tener una persona para cubrir sus necesidades básicas dignamente. Con este informe, lo que se ha venido a hacer realmente es una enmienda a la totalidad al Govern balear y también al Gobierno de España. Ni el SMI, ni el ingreso mínimo vital, ni la renta mínima de inserción, ni ninguno de los subsidios o ayudas que otorgan aquellas administraciones, garantiza un nivel de ingresos suficiente como para costear una vida digna.
Conozco ancianos que son beneficiarios del servicio municipal de comida a domicilio y aun percibiendo una pensión no contributiva, deben pagar una parte del servicio. Y no llegan ni de lejos a los 1.422 euros al mes. Con menos de 800 se tienen que arreglar. Espero que con el salario de referencia local recién cuantificado por Cort, se recalcule lo que deben pagar aquellos que no alcanzan esa cantidad de ingresos.
Es más, nadie que no llegue a tal nivel de ingresos que ahora Cort considera suficientes para vivir dignamente, debe pagar ningún tributo o tasa municipal. Malamente se puede cobrar un abono a los polideportivos municipales, por poner un ejemplo, si se reconoce que no perciben lo necesario para sostenerse dignamente.
Sucede que como uno es desconfiado por naturaleza, y más cuando se acercan las elecciones, sospecho que nuestros gobernantes municipales dicen tomar conciencia de que la pobreza y la exclusión social está mucho más cerca de la gente de lo que se venía admitiendo hasta el momento. Pero realmente les importa poco, porque sus salarios sí que son dignos. Dignísimos. Mientras ellos cobran más que dignamente, hay jubilados a los que se cobra los alimentos que Cruz Roja les reparte por encargo del Ayuntamiento, cuando sus ingresos son netamente propios de una vida indigna. Todo muy coherente.
Para completar el estudio y constatar cuánta gente en Palma vive de forma indigna, sólo habrá que preguntarle a la Agencia Tributaria el número de ciudadanos residentes en la capital balear que no alcanzan el salario de referencia local. Todos esos, que son miles, ya pueden ser considerados pobres que viven indignamente. Con su certificado oficial de Cort y todo.