IB3 cumple con lo prometido en campaña electoral e internaliza parte de su plantilla. Aunque no lo ha hecho con quienes pretendía ni por iniciativa propia sino por obligación.
Internalizar es convertir en públicos trabajadores que desempeñan sus tareas bajo la forma jurídica de un contrato privado, ya sea a través de una subcontrata externa o mediante un contrato directo de prestación de servicios.
El mal ambiente laboral reinante en los dos últimos años en IB3, abiertamente criticado por el comité de empresa, ha empujado a dar el paso a algunos de los falsos autónomos que han denunciado su situación irregular ante la conselleria de Treball. Y ésta les ha dado la razón.
El resultado es que ocho personas han estado trabajando de manera continuada y fraudulenta para IB3. Uno, podría haber sido por despiste. Dos, por dejadez. Pero, ¿ocho falsos autónomos? Alguno de ellos incluso ha visto recién renovado su contrato.
Son ocho trabajadores que pasarán a formar parte de la plantilla del Ente. En nombre de ellos, la empresa pública deberá cotizar a la seguridad social y contribuir a sus futuras pensiones como se merece cualquier trabajador.
Aun señalando el Director General en sede parlamentaria, de manera reiterada, que la subcontratación por parte de una empresa pública es una anomalía, ha seguido utilizando esa fórmula de manera continuada mediante la licitación externa de los servicios de informativos y servicios técnicos. IB3 no ha cambiado su modelo de gestión desde su creación.
Ahora se podía pero no se ha hecho. Se ha perdido una oportunidad de oro para internalizar parte de la plantilla. Al menos ocho personas. Y eso que la ley lo obligaba.
Han tenido que venir los hombres de Iago Negueruela para poner las cosas en su sitio.
Es sonrojante que una empresa pública sea sancionada por una conselleria (también pública) por no haber hecho públicos a trabajadores que mantenía como privados cuando estaba obligada a ello. Máxime cuando ambos organismos forman parte del paraguas de un Govern que hizo bandera de la internalización de parte de la plantilla de IB3.
El coste de esta negligencia laboral va a ser, además de la correspondiente sanción, el abono de las cotizaciones que se deberían haber ingresado en las arcas públicas durante los últimos cuatro años (48 mensualidades por trabajador) para un total de ocho trabajadores. Esto es, un total de 384 mensualidades. Eso, a un salario medio mensual de dos mil euros puede ascender fácilmente a un monto de 245 mil euros que deberá desembolsar IB3 ¿Va a dimitir alguien por ello?
IB3 no acaba de encontrar el camino correcto. Dice la consellera de Cultura, de quien depende el Ente, que hasta 2020 no se verán resultados en su audiencia, justamente cuando su Director General debería dejar el cargo por cumplir 65 años, edad de jubilación. ¿Coincidencia?
Como digo, IB3 debe corregir muchos aspectos, pero sobre todo flojea en temas de gestión. En este sentido, el que más urge solucionar es el que trata sobre la gestión de recursos humanos porque tras este manido tecnicismo se encuentran personas con sentimientos, ilusiones, hipotecas, obligaciones familiares y ganas de demostrar su valía profesional. Sin embargo, el ambiente laboral en IB3 es malo. De ahí que en los últimos tiempos haya habido un gran número de personas que han pedido excedencia, hayan partido o se encuentren de baja laboral.
No crean. Por el cariño que le tengo a la casa y los amigos que conservo en IB3, me gustaría hacer columnas de opinión alabando actos o ensalzando decisiones de la cadena pero, créanme, me lo ponen muy difícil.