Lea usted la prensa de hoy y verá que la izquierda habla exactamente el mismo lenguaje de hace tres, cinco o diez años: mantener Televisió de Mallorca (y, por supuesto, IB3); no tocar los billetes de bus de la EMT y, sobre todo, rechazo frontal a que el Gobierno recorte el volumen espectacular de liberados sindicales que cobran pero no trabajan o que se disminuyan las subvenciones impresionantes para que funcionen estas organizaciones sociales. “Atentado contra los derechos sociales”, “falta de cultura democrática”, dice la izquierda, ignorando dónde estamos, cómo estamos. A mí me da la impresión, escuchando a la gente de la calle, que la izquierda ha perdido la conexión con los tiempos y con la realidad: cuando la gente no sabe si mañana podrá trabajar, cuando nadie tiene seguro que vaya a cobrar por lo que hace, cuando no hay empresa que no esté apretándose el cinturón, viene la izquierda y te habla de sus mantras de siempre, como si aquí no hubiera crisis o como si ellos no hubieran tenido ninguna responsabilidad en la tremenda catástrofe que estamos viviendo. Y no hablemos del PSM y su gente, que sólo se preguntan si había algún sindicalista catalanoparlante entre los liberados. No se dan cuenta que la gente los mira con un sonrisa, diciendo “pero estos no han visto cómo estamos”. No se dan cuenta que algunos, muchos, les siguen la corriente, porque todos nos conocemos el discurso de los derechos, del diálogo social, pero también todos conocemos el escándalo de los liberados sindicales, todos sabemos quién ha retrasado la edad de jubilación, quién dejó de pagar los medicamentos de la Seguridad Social, quién bajó el salario de los funcionarios, en definitiva, quién nos ha hundido en este abismo (precipicio, prefiere decir Felipe González). Es una pena porque en estos momentos es necesario un contrapeso que vigile al Gobierno, que le marque qué no se debe hacer. Pero, o vuelven a pisar el planeta Tierra o van a vivir unos cuantos milenios en las catacumbas.
