El frente común para limitar en Baleares servicios de VTC como Uber no beneficia precisamente a los usuarios. La llegada de esta plataforma a las Islas el pasado mes de junio significó una oportunidad para mejorar el actual servicio de taxis, manifiestamente insuficiente para dar una respuesta satisfactoria a las necesidades de los residentes. El Parlament aprobó este martes, por unanimidad, tomar en consideración una ley para regular el sector del taxi, con la que se mantendrán 30 minutos de precontratación de servicios de VTC.
Este impasse legislativo se matendrá, de momento, al menos hasta que el Tribunal Constitucional se pronuncie sobre la legislación balear, ya que el Supremo elevó una cuestión de inconstitucionalidad sobre la norma insular -Decreto Ley 1/2019- señalando las dudas que le despierta la normativa local que establece el citado mínimo de 30 minutos de antelación a la hora de contratar un Uber en las Islas.
No es aventurado pensar que la lógica se acabará imponiendo con el tiempo y que los servicios de VTC pasarán a ser de uso común en Baleares, de la misma manera que ya funcionan desde hace años en otras localidades españolas. Se trata de poder ofrecer nuevas alternativas de transporte público a los usuarios, más allá de la respuesta masiva que -por ejemplo- el servicio del taxi proporciona en el aeropuerto en temporada alta, desatendiendo a menudo las necesidades de miles de residentes a los que les resulta misión imposible parar un taxi al paso en medio de la ciudad.
Una normal coexistencia de Uber y taxis debería brindar opciones variadas para los usuarios, asegurando una disponibilidad más amplia de servicios de transporte. Esta integración permite, además, reducir los tiempos de espera y cubrir áreas que el servicio de taxi tradicional no alcanza, mejorando la movilidad en toda la región.
La generalización de los servicios VTC también debería observarse como una oportunidad para que el propio sector del taxi -a menudo reacio a incorporar novedades- introduzca avances tecnológicos, como las facilidades de pago o el seguimiento del servicio. En todo caso, además de esta modernización del sistema de transporte, el futuro ineludible de la generalización de los VTC significa alentar una sana competencia que puede impulsar mejoras en ambos sectores (taxis y VTC), promoviendo la calidad del servicio, la eficiencia operativa y, en defintiva, un estímulo económico para ambos.