Guardiola, Karanka y la renovación de Caparrós

Avanza el fútbol a tal velocidad que digerir situaciones como la que ha vivido el Barça es imposible. Apenas un par de horas después de ser despachado de Europa su entrenador anunciaba que se iba, pero con cuatro
jornadas de Liga por delante y a la espera de la final de Copa. El club también proclamaba que Tito Vilanova iba a ser su relevo y las cámaras, que siempre le habían sacado de plano, se centraban en sus charlas con Guardiola en el de Vallecas. Entre tanto, el Madrid suspendía otra vez en educación, con unas peroratas de Karanka propias de un portavoz agarrado a un discurso pueril y desatado. Todo el crédito que perdió el ayudante de Mourinho lo ganó el equipo un día más tarde, dando cuenta del Sevilla y acabando con los trámitespara llegar hasta el título.

Y mientras, el Mallorca, que llevaba una temporada de bostezo y sopa, va y se quita los grilletes y de repente se nota con fuerzas para alcanzar Europa.  Si algún mérito hay que atribuirle a Caparrós, al margen de su capacidad táctica y emocional, es haber protegido a la plantilla del ruido que rebota desde la planta noble, tan
aburrido como vulgar. Es difícil descifrar si el técnico andaluz seguirá, pero sí que parece evidente que el serial de su renovación no se zanjará con la misma elegancia y discreción que se puede atribuir a la marcha de Guardiola.

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