En plena caída libre, producto de una incuestionable pérdida de músculo competitivo, el Mallorca necesita que suceda algo cuanto antes. Ya no porque su situación sea irreparable o porque se adivine una temporada desastrosa, sino porque urge un cambio de tendencia. Las lesiones han minado la credibilidad de este grupo con tal voracidad que incluso Caparrós ha perdido la ascendencia que tenía sobre el mallorquinismo. Sus decisiones sólo han ayudado a generar más confusión y es evidente que el Mallorca ahora mismo es un sudoku.
Por eso, y más allá de que los cromos con los que juegue el técnico sean del agrado o no de la hinchada, es el momento de que Caparrós introduzca variantes tácticas que influyan en el rendimiento del equipo. Acaso proteger más el centro del campo, excesivamente expuesto tras la baja de Javi Márquez. Igual la visita del Barça es un buen momento para que el Mallorca inicie el cambio de dirección, porque de lo contrario los nervios empezarán a correr por las venas de Son Moix.
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