Se trata de una organización perfectamente estructurada y cuya máxima responsable, la madame, es una mujer nigeriana que residía de forma permanente en la isla. Entre su círculo más cercano destacaban dos hermanos, uno de ellos asentado en Vitoria y otro en Alemania.
El modus operandi utilizado para captar a las mujeres era la falsa promesa de un trabajo en Europa. Una vez convencidas eran sometidas a rituales de vudú con los que juraban un contrato de fidelidad a la red. En caso de incumplirlo serían víctimas de todo tipo de males, tanto ellas como sus familias, siendo incluso amenazadas de muerte. Además, como requisito obligatorio para este ritual era necesario que estuviera presente un familiar directo de ellas.