Octubre es el mes de los amantes del misterio. Por ello, durante los próximos lunes, mallorcadiario.com viajará en el tiempo para relatar algunas de las leyendas de nuestra isla que se han ido trasmitiendo de generación en generación. En este primer capítulo, les invitamos a conocer a la Dama Blanca, la versión mallorquina de la chica de la curva.
Según cuenta la leyenda, la Dama de blanco (Dama Blanca en Mallorca) es un espíritu femenino que vaga en áreas rurales asociadas con algún trágico suceso, como la muerte de una hija o la traición sentimental. Sin embargo, otros relatos aseguran que se trata del fantasma de una mujer que había sufrido una vida cruel.
El origen de esta historia no está definido y está dispersa por una amplia extensión geográfica. A pesar de que existen múltiples versiones, todas coinciden en su origen: la de una chica vestida completamente de blanco que, tras ser recogida en la carretera, desaparece sin dejar rastro. Además, lo suele hacer con el vehículo en marcha.
La leyenda circula desde hace siglos, y ha ido adaptándose a los cambios en los medios de transporte. En las versiones más antiguas, la joven paraba a los jinetes para que la subieran al carruaje. En nuestra isla, la conocida como La Dama Blanca ha aparecido, según los testimonios y el folklore local, en diferentes puntos.
PALMA
En la capital, cuentan que el ser fantasmagórico ha aparecido en las curvas de Na Burguesa, en concreto en la carretera del Puig d'es Caragol hasta la explanada donde está la Virgen de Sarasate y el famoso restaurante. Otros, más mayores, recuerdan su aparición en las antiguas curvas que había en la carretera de Palma-Manacor.
MARRATXÍ
La versión más extendida sitúa al espectro en Son Caulelles, una antigua 'possessió' mallorquina cimentada entre Sa Cabaneta y Pòrtol. Según cuentan, se ha visto vagar a la Dama Blanca en el pinar que hay en la finca, como si se tratara de una sombra clara y volátil. La leyenda asegura que, cuando alguien la ve, una persona del pueblo muere.
SINEU
La versión mallorquina de la chica de la curva también tiene un relato en Sineu. Los hechos tuvieron lugar una noche de invierno, cuando un conductor recogió a una autoestopista cerca del edificio militar de Puntiró.
En un momento dado, la chica, que estaba sentada atrás sin decir nada, evitó que el hombre tuviera un accidente mortal. "¡Cuidado con esa curva!", le advirtió antes de perder el control del vehículo y estar a punto de caer por un terraplén.
Presa del pánico, el conductor salió del coche. Se giró para dar las gracias a su acompañante por su providencial aviso. Para su sorpresa, allí no había nadie. Tampoco por los alrededores. Estaba solo y confuso. Así, decidió meterse en su vehículo y arrancar a toda prisa.
El hombre fue a la Guardia Civil para denunciar lo acontecido. Tras dar la descripción de la misteriosa chica, los agentes comprobaron que las características coincidían por completo con las de una joven que había muerto hacía seis años en un accidente de circulación en la misma curva de Puntiró.
TAMBIÉN EN MENORCA E IBIZA
La leyenda también está presente en Menorca. Allí, el espectro aparece al norte del cañón Vickers de La Mola, cerca de la Punta de l’Esperó. O eso al menos garantizan los reclutas que hicieron allí guardias. De hecho, los hubo que afirmaron haberla oído. En realidad, no mentían. Los sonidos eran reales. Eso sí, no procedían del más allá. Eran los cantos nocturnos de las pardelas que anidan en los acantilados.
La Dama Blanca es como los lugareños bautizaron a la Condesa Rocamari, esposa del Oficial de la Base Naval de Mahón, que fue fusilada y arrojada al mar desde los acantilados de l’Esperó, si bien agonizó durante días en las rocas antes de morir.
Asesinada durante los primeros días de la Guerra Civil, cuentan que su fantasma volvía por las noches para asustar a los presentes. Hoy en día, en Menorca, cuando los niños escuchan la historia, miran entre las rocas, curiosos, esperando ver un vestido blanco entre las sombras.
En Ibiza, la aparición tiene lugar en las estrechas y empedradas calles del casco antiguo. Allí, en Dalt Vila, emerge en las noches de luna llena para clamar venganza por su trágica muerte a través de susurros y de su helada presencia. Ataviada con un vestido blanco que fluye al viento, persigue con su mirada penetrante a los que hayan sido protagonistas de malas acciones.