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Reflexiones tras la tragedia

Por José A. García Bustos
sábado 13 de octubre de 2018, 02:00h

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La desgraciada tragedia de las inundaciones de esta semana en Sant Llorenç nos deja algunas conclusiones sobre las que deberíamos reflexionar.

La primera es que la naturaleza reclama su terreno. El planeta ofrece sitio para todos pero cada uno debe estar donde le corresponde. Si unas especies animales están preparadas para vivir en los polos y otras en los trópicos, el hombre no puede hacerlo por todo. La cuenca de un torrente es para garantizar que el ciclo del agua, ese recurso que necesitan todas las especies animales y vegetales para vivir, siga su curso. Si edificamos en terrenos próximos a ríos y torrentes estamos invadiendo un territorio que no nos pertenece y el agua, tarde o temprano reclamará.

Segunda, los mallorquines somos tremendamente solidarios, sobre todo cuando afecta a “lo nostro”. La población se ha volcado con los damnificados de Sant Llorenç de manera abrumadora. Muchas manos se han ofrecido a ayudar.

Tercera, relacionada con la anterior. Si en la guerra la primera víctima es la verdad, en las catástrofes, la primera víctima es la efectividad. No por mala intención sino por desconocimiento. No por haber muchas manos se es más efectivo. Se requiere un orden. En la resolución de catástrofes, las competencias de cada uno de los cuerpos involucrados son muy claras y están muy delimitadas. La UME, la Dirección General de Emergencias, cuerpos y fuerzas de seguridad, Cruz Roja, Protección Civil, etc., tienen mucha experiencia a sus espaldas y a ellos deben dirigirse los voluntarios que deseen ayudar. Han llevado a cabo infinidad de simulacros para, una vez llegado el momento, actuar de la manera más efectiva y coordinada.

En las catástrofes funciona la "Ley de rendimientos decrecientes", axioma que dice que no por añadir más factores productivos, si mantenemos los demás constantes, los resultados serán mejores. En primero de Económicas enseñan que si en un terreno limitado pones a labrar a un operario se necesitará un tiempo en acabar la labranza. Si pones dos, se tardará la mitad del tiempo pero si pones mil no tardarán una milésima parte del tiempo. Probablemente se molesten unos a otros y no acaben nunca.

En una catástrofe, no por introducir más voluntarios, la catástrofe se va a solucionar antes. Al contrario, llegado un nivel de recursos óptimo, más manos ayudando sin ton ni son, incumpliendo los protocolos establecidos por los profesionales, pueden llegar a perjudicar más que ayudar. Es muy loable que la sociedad se vuelque para ayudar pero debería ser siempre bajo la supervisión de las autoridades, expertas en la resolución de este tipo de situaciones.

¿Alguien cree que si en algunas zonas las autoridades no han dejado pasar en un momento determinado es porque no se quiere solucionar el problema? Simplemente es que, en ese punto, más manos van a dar un resultado peor que el que consigan los recursos que ya están sobre el terreno. Esto es algo que, impulsados por la emotividad del momento, los voluntarios no entienden.

Cuarta, la tragedia nos ha hecho ver la vacuidad en la que estamos establecidos en nuestro día a día. Estos días nos ha interesado conocer la evolución de los acontecimientos en el pueblo vecino de Sant Llorenç y todos nos hemos solidarizado con las víctimas. Un golpe emocional de esta intensidad, así como una enfermedad grave, una separación o la pérdida de un ser querido, nos lleva a la relativización y nos hace ver que, en el día a día, estamos instalados en la banalidad.

Cuando algún medio de comunicación ha hablado esta semana de los manidos másteres de los políticos, la tesis del presidente, del Valle de los Caídos, o cuando alguien en las redes sociales ha colgado fotos de su viaje o del gin tonic que se hace al atardecer, sinceramente, me ha molestado. Hay gente desaparecida en nuestro pueblo vecino y los muertos son conocidos o conocidos de conocidos. Desde aquí mis condolencias a las familias.

La pena es que en pocos días volveremos a nuestro mundo líquido.

Quinto, los políticos han estado a la altura. Han dado imagen de unidad y no han entrado a politizar la tragedia recordando que las personas están primero y aún hay algún desaparecido. Desgraciadamente en los próximos días algunos harán campaña y volveremos a la banalidad establecida, intentando sacar rédito político de la tragedia.

Sexta. Una vez más se ha demostrado la necesidad de tener un medio de comunicación público que dé servicio público. Mi más sincera enhorabuena a los profesionales de IB3 Televisión y Radio que nos han mantenido puntualmente informados tratando la información con el respeto que se merecen las víctimas. Han hecho un esfuerzo sobrehumano que, desde estas líneas, quiero agradecer. Ahí está el punto fuerte de la televisión autonómica ante los nuevos canales que propician nuevos hábitos de consumo de televisión: en la proximidad e inmediatez de los contenidos. Y eso debe ocurrir siempre. No solo en las tragedias.

Ha sido una semana triste que debería hacernos reflexionar. Sobre todo en lo que a la naturaleza se refiere. El huracán Michael está azotando estos días los Estados Unidos y es uno de los más devastadores de la historia; el Mediterráneo ha llegado este verano a los 30 grados, 4 grados por encima de lo habitual y ha sido una de las causas de las intensas tormentas de Sant Llorenç. El cambio climático es un hecho y en nuestras manos está acelerarlo o contenerlo.

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