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Laura Camargo, contra la libertad de expresión

lunes 07 de mayo de 2018, 22:00h

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La portavoz adjunta de Podem en el Parlament balear, Laura Camargo, se ha descolgado este lunes con unas gruesas declaraciones en contra de la manifestación que este domingo congregó a más de 500 personas en Palma para protestar por el cierre del MegaSport y contra la "corrupción judicial", en referencia a la instrucción del caso Policía Local, en el que está encausado el empresario Bartolomé Cursach y cuya causa consideran manipulada tanto por el juez como por el fiscal.

Camargo ha censurado esta manifestación calificándola como un ejemplo de "intimidación a la justicia". No deja de sorprender la visión expuesta por la portavoz podemita, quien parece molesta por el ejercicio de libertad de expresión que, para otras causas, ella misma ha defendido y ha ejercido. Para Camargo, criticar a la justicia es intimidación, aunque quizá no siempre. En el caso del pasado domingo, las criticas a la justicia de los manifestantes se han realizado, según ella, "para frenar el buen trabajo del juez y el fiscal ante este macrosumario". No le gustan, en este caso, que se critique a los jueces, cuando ella misma se ha alineado con las críticas al tribunal navarro que dictó la polémica sentencia sobre La Manada.

Hay que suponer que los jueces actúan al margen de las presiones y que las decisiones judiciales hay que acatarlas. Pero en democracia, siempre cabe la opción de expresarse libremente, y se pueden criticar las decisiones de los jueces, desde las tribunas públicas o desde las portadas de los periódicos. Y eso no es intimidación, ni en el caso de La Manada, cuya sentencia no gusta a nadie y ha sido extensamente criticada, ni en el caso de la presunta corrupción policial, cuya instrucción aun no ha terminado. Lo que no nos gusta se puede, y se debe, criticar siempre.

Camargo no puede erigirse en dispensadora de certificados de buena justicia o mala justicia, en función de sus gustos o sus manías personales. Ni cuestionar la libertad de expresión que sí acepta en otros supuestos. Hacerlo de esta forma arbitraria y selectiva deja entrever mucho de los tics totalitarios y demagógicos de la formación; la misma formación que quería establecer controles en los medios de comunicación privados porque "atacan la libertad de expresión".

Algunos de estos tics recuerdan a épocas felizmente superadas en las que la libertad era un bien escaso y las prohibiciones eran la práctica más común. En democracia, protestar es sano y Camargo debería saberlo.