En cierta forma, la farmacología y la política tienen en común más puntos de los que inicialmente podríamos llegar a pensar. Así, en principio todos los medicamentos tienen una razón de ser y sirven para intentar paliar uno o más problemas de forma más o menos rápida, al igual que ocurre también con todos los partidos políticos, incluidos por supuesto también los cientos de partidos que hay hoy en España.
En ese sentido, el único pero que quizás podríamos poner a los medicamentos y a los partidos es que unos y otros pueden provocar también, en mayor o menor medida, posibles efectos adversos, sobre todo en los ciudadanos. De hecho, esa es la percepción que tienen el PP, el PI, Cs y Vox con respecto a los integrantes del actual Govern, al que a menudo califican como "radical".
Sin embargo, yo creo que si Marga Prohens, Josep Melià, Patricia Guasp o Jorge Campos hubieran asistido a la conferencia de Francina Armengol de este lunes, habrían cambiado tal vez de opinión. Para empezar, he contabilizado no menos de una docena de encendidos elogios de nuestra presidenta a los empresarios y, en número ya paulatinamente decreciente, cinco o seis alabanzas a los trabajadores, dos o tres a sus propios consellers e incluso una -con los matices ya habituales- al Partido Popular, después de que Prohens hubiera anunciado días atrás que su formación no se opone al mantenimiento de la ecotasa.
Los ditirambos de Armengol han sido aún mayores cuando ha defendido las casi infinitas bondades del turismo para nuestra economía y para el conjunto de la sociedad. De hecho, no ha habido en sus palabras ni un solo indicio de esa presunta turismofobia que desde distintos ámbitos se le achaca al actual Govern. Incluso ha llegado a decir que uno de sus objetivos es que los turistas que vengan a nuestras Islas estén a gusto, o "tan a gustito, tú ves", como cantaría Ketama.
Por un momento, incluso he llegado a creer que tal vez el PSOE había roto esta misma mañana con Unidas Podemos y con Més o que yo me había equivocado quizás de conferencia, pero no, pues lo que ha hecho en realidad la mandataria socialista ha sido abogar por un modelo turístico distinto al que defienden los partidos de la oposición, por ejemplo cuando ha dicho que uno de sus deseos es que seamos "el primer destino circular del mundo", que en principio no sería lo mismo que andar buscando la cuadratura del círculo.
Ese ha sido uno de los principales remedios naturales y más o menos homeopáticos que ha defendido la presidenta autonómica para que todos podamos "vivir mejor", junto con la aprobación de la nueva ley turística o el decreto ley contra el turismo de excesos. En relación a dicho decreto ley, ha señalado que desde su aprobación se están produciendo en nuestras Islas muchos menos accidentes que en otras épocas no demasiado lejanas. Seguro que debe de ser así, y también debe de serlo que el hígado, los riñones y las articulaciones de muchos turistas jóvenes deben de sufrir hoy un poco menos.
En algunos instantes de su muy pormenorizada exposición, Armengol incluso me ha llegado a recordar un poco al actual alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, o al expresidente del Gobierno José María Aznar. Pero no me malinterpreten ni se asusten, por favor. Ahora mismito les explico.
En el primer caso, la comparación tiene que ver con el hecho de que cuando Almeida participó en el pasado encuentro informativo de mallorcadiario.com, no utilizó ningún texto escrito a lo largo de su disertación, al igual que ha hecho también este mediodía Armengol. En cuanto a la equiparación con Aznar, sólo se debe a que el mítico eslogan del "España va bien" del expresidente me recuerda mucho, no sé muy bien por qué, al "Balears va bé" que suele repetir con gran convicción y énfasis la presidenta.
Ya en el turno de preguntas, moderado por el editor de este digital, Antoni Martorell, la dirigente socialista ha fundamentado su diagnóstico positivo en el hecho de que, a su juicio, no sólo el turismo y la economía se encontrarían hoy en su mejor momento en Balears, sino también las infaestructuras, el tranporte público, la sanidad o la financiación autonómica.
Muy posiblemente, ese diagnóstico no debe de ser compartido del todo por las formaciones de la oposición, que suelen considerar que las recetas económicas, sociales o lingüísticas que aplica el actual Govern son anticuadas, insuficientes o incluso directamente perjudiciales para la comunidad. Es cierto que en alguna ocasión todos los partidos han llegado a algún acuerdo, pero probablemente debió de ser por alguna especie de conjunción astral o para descansar un poco de sí mismos y no vivir siempre en el continuo enfrentamiento.
En el transcurso del citado debate posterior, se le ha preguntado a Armengol acerca de su posible futuro político en función de cuáles sean los resultados de las próximas elecciones autonómicas del 28 de mayo, que previsiblemente serán más ajustados que los pantalones de campana de los años setenta.
Su respuesta ha sido que en caso de volver a gobernar tras esos comicios, aún no sabe si se volverá a presentar en 2027. Tampoco ha concretado qué posible decisión tomaría en caso de que dentro de un mes pierda ante Prohens y los populares pasen a presidir el Ejecutivo autonómico. Así pues, en esta cuestión concreta -y posiblemente también en otras- nos queda aún algo más de un mes y medio de suspense. O quizás un poco más. Salvo que alguno de nosotros decida recurrir tal vez a un futurólogo o a un vidente.
Una vez concluido el acto, Martorell le ha regalado a Armengol un ejemplar del libro que acaba de publicar, La culpa es suya, dejando claro, entre sonrisas, que el título de esta obra no va dirigido contra Armengol ni contra sus recetas. Para tranquilidad de Prohens, Melià, Guasp y Campos, podemos confirmar también que ese título tampoco va dirigido contra nadie de la oposición ni contra las hipotéticas nuevas fórmulas o recetas que en un futuro más o menos próximo quizás también vengan.
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