La Serra de Tramuntana, la joya paisajística de Mallorca, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en el año 2010, ha visto arder ya más de 1.600 hectáreas de masa forestal en un incendio declarado el viernes a primera hora de la tarde y que continúa su avance sin control, lo que ha obligado al desalojo de unas 700 personas, entre ellas a todos los habitantes de Estellencs.
Las elevadas temperaturas, la baja humedad y el fuerte viento que padecemos durante este fin de semana, por más que pronosticado por la Agencia Española de Meteorología y hechas las advertencias y recomendaciones de rigor a la población por parte de la Dirección General de Interior, Emergencias y Justicia, han servido para atizar un incendio que desde el minuto 1 fue declarado de nivel 2 ya que amenazaba gravemente a personas y bienes.
A pesar de los numerosos efectivos y medios aéreos desplegados para luchar contra el fuego, 365 personas y 26 aeronaves, el mayor incendio desde hace catorce años en Baleares, sigue fuera de control. Tiempo habrá de analizar en profundidad todas las circunstancias que envuelven este suceso, pero quizás convendría plantearse a partir de ahora si el Govern de les Illes Balears debería solicitar al ministerio de Defensa que la Unidad Militar de Emergencias cuente en nuestra comunidad autónoma con un Batallón de Intervención en Emergencias desplegado permanentemente, como sucede en Canarias, pues el traslado de un contingente numeroso, con sus vehículos pesados, material y pertrechos, requiere un tiempo precioso que en ocasiones es vital. La dependencia de los efectivos de la BIEM III, con base en Valencia, se antoja poco efectiva en un incendio devastador como el que se inició en viernes en Andratx.
La sensación de impotencia que confiesa el president del Govern José Ramón Bauzá, quien desde el primer momento lidera el operativo de emergencia in situ, es generalizada entre la población. En los últimos años se había logrado una progresiva reducción de la superficie forestal quemada, pero basta la imprudencia de una sola persona para causar un desastre colosal. Parece increíble que alguien pueda intentar quemar unos rastrojos cuando es de general conocimiento que entre el 1º de mayo y hasta el 15 de octubre la prohibición de encender fuego en terreno forestal es absoluta y a menos de 500 metros de terreno forestal requiere autorización previa de la Conselleria de Agricultura, Medio Ambiente y Territorio.
Tiene mucha razón el presidente cuando apunta que una imprudencia cometida por una sola persona, pone en riesgo el principal activo que tiene Mallorca, su valor paisajístico y ecológico. No exagera cuando afirma que “centenares de años se han perdido en minutos por una imprudencia y el impacto ecológico de este incendio aún descontrolado es terrible, absolutamente dramático”. La Justicia será la encargada de depurar las responsabilidades en que pudiera haber incurrido un vecino de Sa Coma Freda identificado por la Guardia Civil como el autor de una quema de rastrojos que se descontroló, originando el desastre que ahora lamentamos.
Hay que reconocer y agradecer la dedicación, el esfuerzo y la profesionalidad de los equipos de emergencias que trabajan en la extinción del incendio: Bombers de Mallorca, Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, Protección Civil, Unidad Militar de Emergencias, Ibanat, Cruz Roja, 061, voluntarios, etc. Su trabajo, en condiciones durísimas y con un evidente riesgo propio, salva vidas y propiedades. Toda la ciudadanía está en deuda con ellos y es de justicia reconocerlo. Estamos orgullosos de ellos y desde aquí nuestro agradecimiento y nuestra consideración.
Nuestro ecosistema insular es frágil. Se requerirán muchos años y una potente inversión pública para lograr impedir la erosión del terreno y favorecer la reforestación. La vasta superficie que ya ha ardido, con fincas emblemáticas como La Trapa, adquirida por el GOB en 1980 a través de aportaciones voluntarias totalmente arrasada por las llamas, hace que todos los mallorquines estemos desolados por una catástrofe medioambiental incomprensible.