Es un hecho, las elecciones unen a mucha gente, a todos aquellos que no tienen futuro en la empresa privada, a los que se quieren pegar unas vacaciones de su puesto de funcionario, a los que no han pegado un palo al agua, a los que han medrado en lo últimos años en los partidos esperando si caía algo, a grupos de presión, y como no también a algunos idealistas y gente preparada que quieren hacer algo bueno por su País.
No duden que de todos estos grupos habrá representación en las candidaturas y muchos saldrán con su flamante puesto y sólo se les habrá exigido ser Español y mayor de edad, todos los títulos y experiencia que puedan tener no ha sido excluyentes para que primero hayan sido candidatos y después hayan sido elegidos.
Los habremos votado por pertenecer a un partido determinado, por sus propuestas o por su imagen y lógicamente nos habremos creído que lo que prometían lo van a hacer, por lo menos en su mayoría y lo que no han hecho, porque muchos repiten era debido a las circunstancias y a la malvada oposición, para algunos esa oposición era interna.
Y dónde nos lleva todo esto, pues muy sencillo a plantearnos una cuestión, si todos ellos nos hacen promesas y no se vuelven a cumplir ¿qué les pasa? ¿cuánto margen les damos? O el ganar en las urnas es un cheque en blanco o peor todavía como dicen algunos estos días que “hacen lo que el pueblo pide aunque esté por encima de la ley”.
La respuesta es clara, si hay incumplimientos no les pasa nada, seguirán los cuatro años cobrando su sueldo, sus dietas y prebendas y no pasará nada, tanto presenten 2 enmiendas en una legislatura (hay muchos casos) o doscientas, acudan a sus puestos de trabajo de forma sistemática o falten las veces que quieran, jueguen a las videocónsolas en sus escaños o le den al wasap como si no hubiera un mañana.
Ya ven votamos si paracaídas, si acertamos con nuestro voto será genial y si no, no hay consecuencias, el incumplir lo prometido y la incompetencia no están penados, ni tan siquiera con inhabilitación para “cobrar dinero público” me gusta más esta frase que la de “puesto público” porque al fin y al cabo todo esto nos cuesta dinero, mucho dinero, pero cuando vamos a buscar la garantía resulta que la desilusión, la decepción y el sentirse engañado no entra, no la cubre ningún partido político, por lo que al igual que un “buen seguro” no cobraran ni recibirán una disculpa, ahora eso sí cuando les venza el seguro/legislatura le volverán a llamar para que confíen otra vez en ellos, sin ningún pudor ni reparo “pelillos a la mar”.