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La vida nos examina cada día

Por José Luis Mateo
jueves 19 de enero de 2017, 01:00h

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Escribo estas líneas en pleno periodo de exámenes en la Universitat de les Illes Balears. Son unas semanas en las que la tranquila rutina del día a día en las distintas facultades deja paso a la tensión del último momento, los nervios previos a toda prueba y la desesperación cuando las cosas no salen bien. Las bibliotecas cobran vida y los estudiantes se arremolinan junto a la entrada de las aulas y comentan los resultados al concluir su “tortura”.

Si hablamos de exámenes, podemos encontrar opiniones para todos los gustos. Obviamente, si hoy mismo preguntamos a nuestros estudiantes, a vuelapluma, qué les sugieren esas pruebas que permiten evaluar sus competencias en una hora y un día determinados, seguramente no mostrarán una euforia desmedida. Es cierto que, a primera vista, parece cuestionable jugarse todo un curso a una sola carta, independientemente de cómo nos encontremos, qué tal reaccionemos ante esas situaciones o qué tiene que ver ese elemento evaluador con lo que cada uno puede realmente dar de sí, sus aspiraciones y objetivos profesionales a los que dirige su vida.

No obstante, si analizamos detenidamente el estado actual de esta cuestión, rápidamente percibimos que las cosas han cambiado y continúan evolucionando de manera notable en la Universidad y en el modelo educativo actual, en el que se vienen incorporando, de forma imparable, nuevas técnicas y nuevas formas de enseñar, transmitir y compartir conocimientos y, como no puede ser de otro modo, novedosas fórmulas de evaluación de las competencias de los alumnos. Ya no existe el “todo a una carta”, se acabaron los exámenes finales anuales en que todo el curso dependía de dos o tres horas de inspiración, acompañadas de varias noches en vela y mucha cafeína. Con el advenimiento del Plan Bolonia, la Universidad ha dado un giro más que notable, y se apuesta decididamente por la adquisición de competencias y la posibilidad de que el alumno se enfrente, ya en las aulas, a supuestos prácticos reales, a preparar exposiciones orales, a debatir con sus compañeros o a visitar las principales instituciones o entidades relacionadas con sus concretos estudios.

En otras palabras, los alumnos no solo deben aprender conocimientos, sino también adquirir muy diversas competencias: deben saber expresarse en público, educar su espíritu crítico, han de reflexionar y ser capaces de abrir su mente para ver las diversas opciones que se presentan en cada caso, deben aprender a trabajar en grupo, exponer puntos de vista y manejar otros idiomas. Y en esas estamos. Claro que nada es perfecto. Por supuesto que continuamos trabajando, sin descanso, en nuevas iniciativas tendentes a mejorar el sistema. Del mismo modo que tampoco nos olvidamos de los exámenes, porque una de esas competencias que todo alumno debe adquirir va íntimamente relacionada con la necesidad de aprender a afrontar retos, a enfrentarnos a momentos concretos en que debemos dar la respuesta correcta en el momento preciso. Porque esto también forma parte de nuestra vida. Cada día surgen, en el ámbito tanto personal como profesional, cuestiones que precisan de nuestra atención inmediata, temas que han de resolverse cuanto antes. De hecho, no os quepa duda, la vida es el examen más difícil. Por eso, y aunque en estos momentos suene raro, tras largas horas de estudio, alguna noche complicada y puede que algún resultado no demasiado positivo, también hay que aprender a disfrutar de estos momentos: resulta clave adquirir buenos hábitos que nos ayuden a gestionar mejor nuestro tiempo, perfeccionar las técnicas de estudio y, como no, saborear esos mágicos momento con nuestros compañeros y amigos, bromear entre tema y tema y reír mucho (el mejor remedio contra el cansancio) Eso sí, todo ello sin olvidar que, como bien decía Thomas Edison, “no hay sustituto del trabajo duro” y que nunca hay que bajar los brazos, pues “nuestra mayor debilidad es rendirnos. La forma más segura de tener éxito es intentarlo una vez más”.

Para terminar, queridos alumnos, ya que os veo cada día con gesto preocupado esperando que todo vuelva a la normalidad, quiero desearos lo mejor en estas semanas de frío invierno. Mucho ánimo y toda la fuerza en estos momentos siempre complicados. Pensad en el objetivo final. Tened en mente el lugar al que os dirigís. Eso os ayudará a seguir luchando. Y es que, “el trabajo va a llenar una gran parte de vuestra vida, y la única forma de estar realmente satisfecho es hacer lo que consideras que es un trabajo genial, y la única manera de tener un trabajo genial es amar lo que haces. Si aún no lo han encontrado, sigan buscando y no se conformen, como todo lo que tiene que ver con el corazón, lo sabrán cuando lo hayan encontrado” (Steve Jobs). Así que, a seguir luchando. No tengáis la más mínima duda…merece la pena.
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