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La vacuna son dos dosis

martes 19 de enero de 2021, 04:00h

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Hace apenas tres semanas que se ha iniciado la vacunación masiva de la población contra la covid 19, un auténtico reto logístico para la Unión Europea, para sus estados miembros y las autoridades regionales, así como para los sistemas sanitarios. Vacunar en un periodo inferior a un año a casi 450 millones de personas es un esfuerzo sin precedentes, que va a poner a prueba la capacidad organizativa de la UE en lo que respecta a adquisición, recepción y distribución de las vacunas, así como la implementación misma de su administración a los ciudadanos.

Se ha empezado con la vacuna de Pfizer-Biontech, la primera que se aprobó por la Agencia Europea del Medicamento, que tiene el inconveniente de que debe conservarse a menos 80 grados centígrados y cuando se descongela debe administrarse en un corto espacio de tiempo porque se degrada con rapidez, condiciones que obligan a disponer de ultracongeladores para su conservación y de equipos bien entrenados y una citación eficaz de las personas a vacunar. Estos requisitos son relativamente fáciles de cumplir en los hospitales, de ahí que la vacunación del personal sanitario se esté desarrollando sin demasiados problemas.

Ahora se ha aprobado la vacuna Moderna, que se puede conservar a temperatura de refrigeración y se mantiene activa durante más tiempo a temperatura ambiente, lo que la convierte en más recomendable para la vacunación de la población en los centros de salud. Vendrán después otras con otras características, que permitirán diseñar programas específicos para grupos específicos de población.

Pero toda esta variedad de vacunas disponibles generará la necesidad de diseñar e implementar planes muy complejos de administración, si la vacunación ha de ser eficaz. Y uno de los problemas logísticos a los que nos vamos a enfrentar es el hecho de que las vacunas para ser eficaces requieren de la inyección de dos dosis con un intervalo de tres semanas entre ellas.

Todas las declaraciones de los políticos implicados y las informaciones periodísticas de estas últimas semanas han estado indicando cifras de “personas vacunadas”, lo que no es estrictamente cierto. Eran personas a las que solo se les había administrado la primera dosis. Estos días se está empezando a inocular las segundas dosis a aquellos a los que se les dio la primera hace tres semanas, y éstos sí que están ya vacunados. Hasta ahora, los únicos vacunados eran los que habían participado en los ensayos clínicos de evaluación de las vacunas y habían recibido la vacuna, no el placebo.

A partir de ahora, por tanto, van a coexistir dos grupos de personas, las que reciben la primera dosis y las que reciben la segunda, lo que, sin duda, va a complicar la logística, y es muy importante que se organice adecuadamente porque la administración en plazo de la segunda dosis es crítica para la eficacia de la vacuna. Los planes de vacunación deben, por tanto, asegurarse de que dispondrán de las segundas dosis para todos aquellos a los que se les suministre la primera. Hay que tener en cuenta que se pueden producir problemas de suministro o distribución, y un retraso significativo en las segundas dosis puede implicar la pérdida de eficacia de la vacunación y, en definitiva, una pérdida de tiempo y de dinero y un retraso en la contención de la epidemia.

Sería prudente, sobre todo, en esta fase inicial reservar las segundas dosis necesarias, no fuera que por querer correr demasiado acabemos llegando al fracaso. De hecho, esta semana se ha producido una incidencia en el suministro de la vacuna de Pfizer, que ha reducido el número de dosis suministradas, lo que supondrá una reducción proporcional para todos y puede poner en peligro algunas segundas dosis si las autoridades se empeñan en querer mantener el ritmo de vacunaciones.

En España, según informaciones de la prensa, solo Euskadi ha reservado el mismo número de segundas dosis que las primeras que iba administrando, prudente decisión pero que ha supuesto que han inoculado a un número menor que otras autonomías, por lo que ahora se ve castigada, ya que el gobierno español, en una decisión absurda, ha decidido repartir el menor número de dosis no en proporción al reparto original, sino en función del número de personas que hasta ahora han recibido la primera dosis.

La vacunación son dos dosis con un intervalo de dos semanas entre ellas, y la administración a tiempo de la segunda dosis es fundamental para su eficacia. El programa y la logística del proceso deben tener en cuenta este hecho y garantizar la disponibilidad de dosis y el seguimiento y localización de todas aquellas personas que no acudan a la segunda cita. De lo contrario, el programa de vacunación puede acabar empantanado y fracasado.

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