Las uveítis son un grupo muy heterogéneo de enfermedades clínicas, de diversas causas, que tienen en común la inflamación intraocular del tracto uveal. Pueden ser la manifestación de una enfermedad ya establecida, un proceso limitado al globo ocular o, incluso, ser el primer signo clínico de una entidad que se desarrollará con el tiempo. La incidencia de uveítis oscila en los países desarrollados entre 15-17 casos por 100.000 habitantes según las series, constituyendo un 10-15% de nuevos casos de ceguera (1,2). Se suele presentar en la cuarta década de la vida, aunque puede afectar a cualquier edad.
Cuando su incidencia se restringe al ojo, sus tipologías más comunes son:
- Las uveítis idiopáticas: es el grupo más frecuente y la mayoría son de localización anterior. El 50% de las uveítis anteriores no presentan otra enfermedad sistémica asociada (5). Un primer episodio de uveítis anterior sin otra sintomatología no requiere estudios ulteriores.
- Los síndromes oftalmológicos específicos: se diagnostican en la mayoría de los casos únicamente con el examen oftalmológico y no requieren estudios ulteriores (7-9). Los principales síndromes oftálmicos específicos son: pars planitis, ciclitis heterocrómica de Fuchs, coroidopatía de Birdshot, necrosis aguda retiniana, neurorretinitis de Leber, coroidopatía serpiginosa, fibrosis subretiniana, oftalmia simpática y traumatismos.
- La uveítis anterior: es una uveítis aguda de localización anterior con antígeno HLA B27 positivo que se presenta como entidad clínica aislada sin que se objetiven síntomas o signos de artropatía (6). Es la más frecuente de las tres —alrededor del 60 % son de este tipo— y también es la modalidad más benigna del grupo.
Centrándonos en las uveítis anteriores, cabe mencionar que se dividen en hipertensivas y no hipertensivas; normalmente, las uveítis anteriores HLA-B27+ cursan con presiones intraoculares normales o bajas; por el contrario, las queratouveítis herpéticas son hipertensivas. Otros síndromes menos frecuentes, que se presentan con presión intraocular elevada, son el síndrome de Posner Schlossman y el síndrome de Schwartz, así como otras entidades que afectan el segmento posterior, pero que suelen tener una uveítis anterior asociada de tipo hipertensivo las retinitis virales y la retinitis por toxoplasmosis.
La uveítis anterior HLA-B27+
Es muy importante traer a colación el haplotipo HLA-B27, ya que, de forma aproximada, un 50% de las uveítis anteriores lo tienen asociado. Se trata de un marcador genético ubicado en el brazo corto del cromosoma 6 de todas las células nucleadas del organismo. Su presencia nos indica un tipo de uveítis que tiene características bien definidas, con una historia natural conocida. Sobre la mitad de los pacientes con una uveítis anterior HLA-B27+, tendrán una enfermedad sistémica asociada, en especial espondilitis anquilosante o enfermedad de Reiter Otras enfermedades que se asocian, si bien en menor medida, son la artritis psoriásica, la enfermedad de Crohn y la colitis ulcerosa.
La uveítis anterior HLA-B27+ se produce en gente joven (30 años), preferentemente de sexo masculino y es una uveítis aguda, unilateral, recurrente y alternante. Suele afectar un solo ojo por vez, aunque puede ocurrir que ambos estén afectados pero en diferentes estadíos. Normalmente es alternante, con cada episodio pudiendo afectar a cualquiera de los dos ojos. Asimismo, nos estamos refiriendo a una enfermedad recurrente, sin que podamos conocer exactamente las causas de estas reactivaciones aunque la experiencia indica que tanto el stress como el advenimiento de la primavera son dos factores relacionados con dichas reactivaciones.
Tratamiento
El esperado éxito del tratamiento no puede tener lugar, si, con carácter previo, no se ha llevado a cabo un pronóstico precoz y adecuado. Dicho esto, el tratamiento específico que suele llevarse a cabo, en estos casos, consiste en la aplicación directa en el ojo de colirio de corticoides, con el propósito de reducir la inflamación y aliviar el dolor; a menudo, esto se acompaña de la aplicación de otro colirio para agrandar la pupila con la intención de evitar que cicatrice o se adhiera a la lente del ojo. A veces, el colirio es insuficiente y se recurre al tratamiento con pastillas en contadas ocasiones, es necesaria la inyección de esteroides alrededor del ojo. El correcto cumplimiento de este tratamiento es importante, para controlar la inflamación y evitar complicaciones posteriores, tanto si este se realiza con colirios como si es por vía oral. Al principio del episodio, y durante las primeras semanas, ha de realizarse con frecuencia; después, la dosis puede ir reduciéndose de una forma paulatina; asimismo es necesario mantener las visitas de seguimiento.
En los casos en los que la presión ocular aumenta, pueden aplicarse, además, colirios hipotensores que la reduzcan en caso específico es el de la uveítis anterior asociada al herpes, que requiere, además de las gotas corticoides, la administración de antivirales. Durante el tiempo que dure el brote de uveítis anterior conviene tener en cuenta no es nada recomendable la utilización de lentillas; quienes las usen con normalidad, deben procurar su sustitución por gafas.