La turba

Rápidamente se me ocurrió el título de la columna de ésta semana, el lunes por la noche y estando de verbena de Sant Agustí todo el día, cuando llegué al parque municipal acompañada de mis amigos y con la perspectiva un poco desenfocada; ya sabéis lo que pasa en las fiestas de los pueblos, que si caña que si gintonic…(por cierto que bueno eso de tener un pueblo al que volver en fiestas, yo por suerte tengo dos) me pareció revivir una peli que ví en el cine hace unos años que se llamaba LA PURGA, LA NOCHE DE LAS BESTIAS. Os preguntaréis ¿porqué?

Durante el día estuvimos de concierto en concierto y bar en bar, todo estaba perfectamente organizado por los pequeños empresarios responsables de los bares del pueblo, de repente el descontrol total y absoluto imperó en la entrada del recinto municipal, puertas cerradas y jóvenes colándose por unas vallas de 4 metros para poder seguir disfrutando de la noche; las personas que estaban en las puertas del recinto encargadas del control de acceso estaban totalmente sobrepasados, la policía local paseaba y miraba sin la posibilidad de intervenir ante el asalto a la valla y los políticos del pueblo apelando al plan de seguridad y al control de aforo, ante la falta de previsión y sobre todo el total error en el enfoque de que un día como es el de la “revetla” de Sant Agustí.

Una fiesta como ésta ha de poderse disfrutar por la gente del pueblo, por toda la gente, el formato que se había dado a la tarde noche no se podía disfrutar de ninguna manera ni por niños ni por mayores, únicamente adolescentes y algunos osados cuarentones que pudimos entrar en el recinto. Está claro que es necesario un cambio de modelo y políticos valientes que tomen decisiones para que ésto no vuelva a pasar.

Después de mi obligada jornada de reflexión del martes (el cuerpo no me permitía mucho más) y una vez pasada la indignación por lo ocurrido, la primera idea que se me vino a la cabeza fué “ estos miles de chavales que se colaban y llenaban el parque municipal son los adolescentes de la pandemia”, encerrados casi dos años cuando tendrían que haber disfrutado de sus primeras salidas, fiestas y contactos sociales, entonces fué cuando entendí que realmente son una turba que todos van en masa hacia estos actos gratuitos y difundidos en redes sociales, ante la necesidad de expresarse y relacionarse.

¿Qué ha pasado con estos jóvenes después de la pandemia? Pues que han visto que les han robado unos años fantásticos de sus vidas, y salen con la necesidad de comerse el mundo, piensen en nuestros 16 o 18 años, todo el día en la calle, con los amigos, en la playa…

Uno de los principales problemas de la juventud actual es el de salud mental de éstos, la Organización Mundial de la salud dice que entre un 10% y un 20% de los adolescentes presentan o presentarán un trastorno mental, e influye la manera de comunicarse, no se saben comunicar de manera personal, básicamente se comunican a través de redes sociales, sin química ni emoción.

Si nos paseamos por las redes sociales contínuamente aparecen videos de adolescentes llorando, sin motivación y mostrando un estado apático y depresivo, esta es la pandemia silenciosa que nos invade.

El ocio es necesario y fundamental para el desarrollo de las personas, se necesita socializar, interactuar, reír, bailar… y esto se debe hacer en compañía de amigos y familiares, se necesitan muchos besos y abrazos, el contacto físico y las horas muertas en compañía.

Las instituciones tienen que pensar en cómo generar espacios de ocio y de encuentro para los jóvenes, es una deuda que tenemos como sociedad, el ocio es un derecho que se debe proporcionar, un ocio asequible y saludable, apostando por todo tipo de actividades, accesibles, facilitando la movilidad en transporte público, con un apuesta clara por la cultura en todas sus disciplinas y modalidades.

El ocio es la mejor vacuna contra esta pandemia, sin ocio no hay vida.