Lo que comenzó como un programa pionero y desenfadado ha acabado por imponerse prácticamente en todas las televisiones. Los gritos, la peleas, los insultos, el sensacionalismo y los personajillos de dudosa fama son el pan nuestro de cada día en la televisión. Hasta tal punto ha llegado la cosa que algo tan íntimo como una prueba de embarazo se hace en vivo y en directo frente a una cámara. Con la excusa del todo vale por la audiencia, las cadenas nos bombardean con reportajes que se regodean en el sufrimiento y las miserias de gente como Belén Esteban, con peleas en directo e incluso con alguna que otra escena de destape. Los directivos de las cadenas se amparan en la libertad del individuo para vomitar todo tipo de porquerías a diario sin respetar siquiera el horario infantil. Aunque esta basura televisiva también amenaza al resto de los televidentes. Ya no se respeta ni a los muertos. El caso es especular sobre la vida privada de los demás e incluso inventarse historias con tal de enganchar a la audiencia y alargar el espectáculo. “La audiencia manda”, dicen quienes están envueltos en la producción de este tipo de programas. Lo curioso es que pese a ser casi cincuenta millones de españoles, solo hay audímetros en unas 4.500 casas por lo que unos miles deciden lo que nos gusta a la mayoría. ?
