El nuevo Gobierno y su futura ministra de igualdad han reavivado un debate que nunca ha desaparecido de la sociedad española. Son muchos las falacias y mentiras en torno a esta cuestión, y es por ello que es saludable aclararlas.
La más famosa es la del derecho a decidir de la mujer, ya no reclaman el derecho al aborto, suena mal. Estamos en un estado de derecho y somos libes y podemos decidir. Todo el mundo tiene derecho a decidir sobre su cuerpo con ciertos límites, por ejemplo puedes ir en coche pero tienes que ponerte el cinturón aunque tu decidas por tu cuerpo, sino te expones a una multa. Si derecho pero limitado.
Vayamos ahora a la sentencia del TC de 1985 donde señala que la vida del feto es humana y distinta de la madre: "la vida humana es un devenir, un proceso que comienza con la gestación"; "la gestación ha generado un tertium existencialmente distinto de la madre, aunque alojado en el seno de ésta".
Por lo tanto la mujer es libre de decidir pero cuando lo que hay en su cuerpo es otro ser humano esa libertad acaba cuando empieza la del feto y por lo tanto no puede decidir por el.
Además no es cierto que haya dudas razonables sobre cuándo se origina la vida humana. La evidencia científica es que la vida humana se origina con la concepción al formarse el patrimonio genético del individuo que le definirá para siempre como uno de la especie humana sin duda alguna.
Tampoco es verdad que si no se legaliza el aborto, habrá abortos clandestinos y morirán muchas mujeres. Cuando algo se legaliza, aumenta su número; y cuando algo se prohíbe, va disminuyendo su práctica. Si no fuese así, el derecho penal carecería de razón de ser. En todos los países donde se ha legalizado el aborto, su número ha aumentado cada vez más; y en los países donde se vuelve a proteger la vida, su número disminuye como ha sucedido en Polonia a partir de 1993 y Hungría recientemente.
Las leyes permisivas del aborto crean estructuras de violencia estructural sobre la mujer para que aborte, que no existirían con carácter general si el aborto no fuese legal. Esta es experiencia común en muchas mujeres que han abortado: no fueron libres, sino que acudieron al aborto presionadas por un entorno que solo les ofrecía esa solución a sus problemas.
La legalización del aborto introduce en nuestro ordenamiento jurídico la violencia como forma legítima de resolver problemas y esto afecta a toda la sociedad por el efecto pedagógico de las leyes.
El aborto legal supone que el Estado asume que no debe proteger la vida de un grupo de seres humanos, los no nacidos. Se degrada así el compromiso ético y humanista del Estado, la sociedad en su conjunto y el Derecho. Acudamos de nuevo al TC que afirma que "si la Constitución protege la vida con la relevancia a que antes se ha hecho mención, no puede desprotegerla en aquella etapa de su proceso que no sólo es condición para la vida independiente del claustro materno, sino que es también un momento del desarrollo de la vida misma; por lo que ha de concluirse que la vida del nasciturus, en cuanto éste encarna un valor fundamental -la vida humana- garantizado en el art. 15 de la Constitución, constituye un bien jurídico cuya protección encuentra en dicho precepto fundamento constitucional".
Se da por supuesto que las mujeres en cualquier caso, abortarán. Y eso no es cierto, las mujeres van asumiendo el aborto como una solución a sus problemas cuando éste es legal. Y si no véanse las cifras de mujeres que han abortado más de una vez, son escandalosas.
Ningún tratado de derecho internacional en materia de derechos humanos reconoce el derecho al aborto, ni con carácter universal (ONU) ni regional (tratados europeos o latinoamericanos de derechos humanos). E incluso no lo ha establecido el TEDH en las últimas sentencias
Algunas plataformas, conferencias o comités han querido interpretar los derechos sexuales y reproductivos como derecho al aborto pero no tienen valor jurídico vinculante para los Estados.
El aborto no sólo no está normalizado en el mundo si no que encuentra cada vez más resistencia en todas partes y en primer lugar en EEUU donde empezó este fenómeno. En los EEUU ya una mayoría de la población se define como pro life y no como pro choice según la publicación Times, ocasionando un curioso fenómeno político en donde más de la mitad de los Estados de la Unión han aprobado en los últimos años leyes restrictivas del aborto . En la Europa occidental el aborto es objeto de amplio debate social en países como España, Irlanda, Francia o Italia. Pero en ningún sitio es algo normalizado y pacífico. Véase , por ejemplo, la movilización , “La Manif pour tous”, en Francia que está llenando las calles de sus principales ciudades del grito provida.
Y es que el aborto es una solución machista a un problema de todos. El aborto es la garantía última de la irresponsabilidad sexual del varón que gracias a él deja en manos de la mujer toda la responsabilidad de las relaciones sexuales: gracias al aborto el varón se desentiende de las consecuencias de su actividad sexual abocando a la mujer a abortar (y es ella quien cargará con el peso moral, psicológico y vital de esta decisión) o a asumir las consecuencias (la responsabilidad sobre el niño) en caso de no hacerlo.
El aborto sí que es “violencia de género” contra la mujer. Cuando se legaliza el aborto, la mujer se puede ver sometida a todo tipo de presiones para abortar recayendo sobre ella la “responsabilidad” de liberar a todo su entorno de la responsabilidad sobre la vida en marcha en su interior.
Por último recordar, otra vez, la sentencia del TC del 85 sobre la protección de la vida del concebido no nacido:
"El art. 15 de la Constitución establece que 'todos tienen derecho a la vida'. (…) No es posible resolver constitucionalmente el presente recurso sin partir de una noción de la vida que sirva de base para determinar el alcance del mencionado precepto. Desde el punto de vista de la cuestión planteada baste con precisar que la vida humana es un devenir, un proceso que comienza con la gestación, en el curso de la cual una realidad biológica va tomando corpórea y sensitivamente configuración humana, y que termina en la muerte".