La rueda de la fortuna

Mucho se ha debatido sobre el proverbio que atribuye la fortuna a aquellos que la buscan, contrarrestado por otros que, al contrario, se limitan a imputarla a quienes la encuentran. El fútbol no deja de ser un juego en el que, como tal, se encierran numerosos lances fortuitos que, más que en caprichos del azar se inclinan a favor de los equipos que fuerzan con mayor ahínco e insistencia situaciones de domino y de gol. Este fin de semana hemos sido testigos de las actuaciones del Mallorca y el Atlético Baleares como exponentes efectivos de ambos vaivenes: el líder tendrá que esperar un poco más para proclamarse campeón por no provocar el interés de algún genio dotado de lámpara maravillosa, mientras que su díscolo vecino apura sus opciones de permanencia como premio a su desordenado pero insistente martilleo que fue premiado a cinco minutos del desastre.

Vicente Moreno se enfadó mucho con sus jugadores durante buena parte de su deambular por la Nova Creu Alta. Repito que no me parecía esencial liquidar ayer el campeonato, que caerá por su propio peso antes de que baje el telón, pero si empieza a ser preocupante, de cara al correspondiente y preceptivo play off, que termine sus visitas sin crear una sola oportunidad para batir la portería adversaria. Lo de menos es que el Sabadell hubiera podido golear con algo más de acierto rematador, que también es preciso tener en cuenta, pero si la falta de creatividad e incluso de intensidad en un equipo que aspira ineludiblemente a escalar una categoría.

Para los de Mandiola lo único importante es el marcador final. Ganar está por encima de que jueguen bien, regular o mal, lo mismo da que sea con un gol olímpico que de rebote en las piernas del árbitro en el último segundo. Aun restan dos asaltos, pero ganando el segundo de ellos y nervios aparte no deberían tener problemas para alcanzar el objetivo que peligró como las alas de Icaro, hijo de Dédalo, por acercarse demasiado al sol.