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La responsabilidad de Carbonell y Muñoz contrasta con la irresponsabilidad de Podem

jueves 16 de noviembre de 2017, 22:00h

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Pilar Carbonell ha presentado su dimisión del cargo de directora general de Turismo y Biel Barceló, vicepresident del Govern y conseller de Innovación, Investigación y Turismo, se la ha aceptado tras conocerse su citación judicial para declarar en calidad de investigada en el conocido como ‘caso Cursach’ para el próximo día 29 de este mes. Ya hace días que Carbonell puso su cargo a disposición de Barceló, quien advirtió de que si Carbonell, pese a negar haber dispensado trato de favor al Grupo Cursach ni a ninguna otra empresa nunca, era llamada a declarar, debería abandonar el cargo.

Abandonando el cargo por su propia voluntad antes incluso de declarar ante el juez Manuel Penalva, Carbonell protagoniza un gesto de dignidad y evita perjudicar a quien la nombró, Biel Barceló. Lo mismo ha de decirse del también dimitido Pere Muñoz, quien hasta hace pocos días ocupó el cargo de gerente de la Agencia Balear de Turismo. Los dos altos cargos de la Conselleria de Turismo presentaron su dimisión sin haber tan siquiera comparecido ante el juez, en un gesto que busca evitar toda erosión al Govern.

Sin esperar a que el juez adopte alguna determinación o acuerde una medida cautelar tras oírles declarar, que parecería lo más razonable, tanto Muñoz como Carbonell dan un paso atrás que les honra. Sin embargo, esto no parece ser suficiente ni para el Partido Popular, cuya portavoz parlamentaria, Margalida Prohens, pide a Armengol que cese a su vicepresidente; ni para Ciudadanos. Ambas formaciones, en tal que partidos de la oposición, hacen su papel a la hora de magnificar el asunto y exigir la cabeza de Barceló.

Pero infinitamente más grave es la postura de Podem, cuyo flamante nuevo portavoz parlamentario (a la espera de ver cómo se resuelve la impugnación de dicho nombramiento por parte de su antecesora y rival, Laura Camargo y otros 16 miembros del Consejo Ciudadano Autonómico), Alberto Jarabo, exige la dimisión de Barceló. Le acusan de dañar la imagen del Govern y de que su gestión está bajo sospecha. Su actitud es inaudita y de una deslealtad descomunal hacia los firmantes de los Acords pel Canvi, pues se alinean con los partidos de la oposición cuando se supone que están para apoyar al Govern.