Estoy hasta las mismísimas narices de la utilización general y universal de la palabra “tópico”, en sentido altamente negativo. Se acabó lo que se daba!
Observar a cualquier hijo de vecino que, con gesto despectivo y voz engolada, te recrimina –sin tapujos- una determinada aportación en una conversación humana, exclamando: “hombre, tío, esto que estás diciendo es un tópico!”, me tiene los atributos (atributillos, nací en 1950, ay!) rebosantes de agua bendita…
Evidentemente, ya se que la palabra “tópico” hace referencia directa a una expresión muy empleada, demasiado empleada –dicen los retractores dogmáticos- y esto, socialmente hablando se entiende como trivial, como vulgar. Ellos, los contrarios, opinan que un tópico es una idea estereotipada, o sea, un lugar común. Dicen –los que se erigen como “correctos”, sin que nadie se lo haya otorgado- que, utilizar tópicos es un vicio del lenguaje y que, por lo tanto, empobrece y envilece el lenguaje hablado y, ya puestos, el escrito. Anda ya!
Lo más curioso del caso que nos ocupa es que, en numerosas ocasiones, son los periodistas (y periodistos) los que aparecen como más beligerantes en esta cuestión. Tengo un amigo –“trabajador de lainformación”, como se diría en clave sindical- que llega al paroxismo cuando le digo “buenos días” y me responde, instantáneamente: “joder, que topicazo!”.
Podríamos deducir, fácilmente, que los que se dedican a esta vocacional (ejem!) profesión –digna, eso sí; como la que mas- no cometen este tipo de irregularidades y, por consiguiente, no incurren en vulgaridades
de este estilo. Debe ser por esto que ya no me sorprendo cuando, al leer un periódico, al día siguiente de una jornada de huelga general, veo escrito palabras y expresiones tipo: “huelga parcial”; “un grupo de descontrolados” (o bien “incontrolados”; o bien “antisistema”); el adjetivo “rotundo” (siempre el mismo) cuando se refieren a los substantivos “éxito” o “fracaso”; el verbo “dispersar”, para frenar a los alborotadores; la expresión “pulso al gobierno”; “servicios mínimos”; “piquetes informativos”…y así, hasta un “largo etcétera”
(que, como expresión, es un topicazo que me encanta y que viene “como anillo al dedo” (toma ya!) para concluir un parágrafo.
Pues no señor! Yo, personalmente, ya no pienso pedir más disculpas por el simple hecho de utilizar –de forma natural y espontanea- estos mal llamados tópicos. Me gustan los tópicos: los encuentro preciosos, encantadores, llenos de gracia, con mucho sentido común. Además, qué caramba!, si existen expresiones conocidas (o muy conocidas) porqué hay que romperse el coco –en plena conversación- buscando nuevas formas de decir lo mismo? Los “vulgares” son ellos, los detractores, por aplicar, constantemente, la palabra
“tópico” en un diálogo ligero y ágil y, así, frenarlo.
Diré más, todavía: a partir de ahora mismito, usaré este recurso (que Dios ha puesto en mis manos)continuamente, sin parar, y con toda voluntad, a sabiendas! Voy a por todas! Qué se han creído?
Voy a cubrir a todos mis dialogadores más encarnizados, de tópicos y lugares comunes –los más comunes posibles- con el objetivo de demostrarles la solidez y la fortaleza de mis argumentos. No querían tópicos? Pues venga!
Ya va siendo hora de romper una lanza, o dos, si conviene, a favor de la libertad total de expresión y, por lo tanto, llega el momento de reivindicar toda clase de manifestaciones orales o escritas, sin ningún tipo de
cortapisas oficiales, dictadas por los gurús del dogmatismo más feroz: viva las expresiones redundantes, exageradas, groseras, loables, ofensivas i defensivas, políticamente correctas o incorrectas…incluso, si me apuran, aquellas que son ligeramente mentirosas (piadosamente, al menos…).
Basta ya de miedo al tópico! Animo a mis conciudadanos a romper, de una vez por todas, la barricada de la timidez y dejarse de tonterías: sí al tópico!!! (Aunque sea un tópico…)