Todos los ojos estaban puestos en esta fiesta. El objetivo era evitar que se convirtiese en otra macro-excursión etílica que invadiera calles y playa, y finalmente así ha sido.
Se trata de la Ballermann-Polonaise,un evento que se organiza desde hace años pero que este año provocaba especial temor por el clima de tensión existente entre residentes y turistas incívicos.
La Policía Local ha destinado dos decenas de agentes a la zona que han impedido la marcha por las calles. A los organizadores no les ha quedado más remedio que usar taxis para trasladar a los clientes a otros locales participantes.
Las autoridades, empezando por el alcalde Palma y la regidora de Seguretat Ciutadana, se han felicitado por la respuesta policial. Este sábado ya advertían que no permitirían "turismo de borrachera".