El negocio del fútbol gira en torno a los agentes de los futbolistas y el entramado de comisiones que envuelve cada traspaso o cambio de aires. A pesar de que las inversiones en segunda división se cuentan con los dedos de una mano, pues todos los clubs intentan fichar a base de cesiones o jugadores libres, nadie escapa a las trampas instaladas en este intrincado bosque fenomenalmente plasmado por John Carlin el pasado domingo en el suplemento semanal del diario "El País”.
Coincido con él en que hoy día el aficionado al fútbol hace alarde una fe más ciega que nunca porque a poco que uno abra las ojos se echa a llorar o escapa corriendo de tamaña merienda de negros, dicho sea sin ninguna intención racista ni señalando a nadie.
He leído que Maheta Molango asegura que “Etoo no está, ni va a venir nunca”, algo que ya sabíamos perfectamente igual que también estábamos seguros de que “Robert Sarver no es ningún Mr. Marshall”, lo que salta a la vista. No obstante la pregunta invariable prosigue sin respuesta ni tan solo abstracta. Entonces ¿a qué ha venido?, ¿para qué quiere un club en Europa tanto si es el Glasgow Rangers, como el Getafe, el Levante o el único que picó en su anzuelo de veinte millones: el Mallorca?.
Por cierto, también se me pasa por la cabeza inquirir la causa por la que no acude el presidente sin cartera, Monti Galmés, a la presentación de los nuevos fichajes. Debe ser lo único para lo que le nombraron y aún así el consejero delegado le roba plano. Será que lo de salir en la foto tiene su morbo.
