www.mallorcadiario.com

La otra manguera

Por Francesca Jaume
martes 25 de febrero de 2014, 11:22h

Escucha la noticia

-¡No lleva nada encima! ¡Un niño ha gritado que el Emperador va desnudo!- gritaron todos a coro.


El Emperador tembló para sus adentros, y comprendió que la gente tenía razón, pero pensó:


-Debo seguir el desfile hasta el final-. Y se irguió aún con más arrogancia, y los chambelanes seguían sosteniendo la cola que no existía ni jamás había existido.


No lo digo yo, es el fragmento final de El traje nuevo del Emperador de Hans Christian Andersen

Me sugería un allegado que esta semana mi artículo se llamara “La manguera extensible II” y que lo dedicara al Canal de Panamá. Eureka! amigo, efectivamente, la “manguera” es mucho más que un tubo largo para aspirar o para dirigir el agua. Sin embargo, antes de empezar debo de aclarar que he constatado mi ínfimo nivel de inteligencia porque, por más vueltas que le dé, no consigo comprender la cuestión. Aviso para no crear falsas expectativas.

Vamos a ver, ¿Qué culpa tiene el ciudadano si una empresa prestataria ejecuta mal una gran obra o servicio? ¿Por qué si los estudios de viabilidad fallan se repercute directamente el muerto y el marrón hacia el estoico contribuyente? Aunque el tema del Canal de Panamá nos suene lejos, algo parecido hemos vivido en Baleares.

El metro de Palma se inundó a pocos meses de ser inaugurado en 2007 porque, según se dijo, el proyecto no había incluído la impermeabilización de las estaciones. Desconozco quien es el responsable de ello (la empresa adjudicataria, el autor del proyecto, el técnico de la administración, el político...) pero está claro que alguien se columpió y mucho. El sentido común de gente necia como yo dice que ante un caso como éste se debe investigar quién ha cometido el fallo para que responda del perjuicio. La investigación se quedó en la típica batallita dialéctica parlamentaria. Lo que me parece de insolencia supina es que el coste adicional que supuso la gracieta se tuviera que pagar con cargo al erario público. Las obras de remodelación alcanzaron los 28 millones de euros -muchos de los cuales se hubieran ahorrado de realizarse la impermeabilización en el momento oportuno- y tuvieron el coste social de 10 meses con el servicio suspendido.

Hemos escuchado miles de veces que la administración se tendría que gestionar como una empresa privada para que fuera más eficiente, a pesar de saber que hay servicios que son deficitarios por naturaleza. Así pues, ¿En qué empresa privada se perdona un error que cuesta tanto dinero sin buscar al culpable con todos sus medios?

Pues eso, que me tengo que declarar públicamente boba pues no logro entender estas cosas, y mucho menos logro entender que no creen alarma social. Y en el caso del Palau de Congressos tengo que declararme aún más ingenua porque su trayectoria me parece de ópera bufa. Por favor, agradecería que alguien me explicara por qué lo consentimos.

Corolario: Si tiene que haber errores que sean como el del puente levadizo de Cau Cau de Valdivia (Chile), al menos nos sirven para reir un rato.
¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (0)    No(0)

+
2 comentarios