En relación a la exención de acreditar el conocimiento del catalán para médicos y enfermeras en el proceso de estabilización, se puede estar de acuerdo con el Govern de Francina Armengol o en radical desacuerdo. Pero comparar a la lideresa socialista con el expresident del Govern y actualmente eurodiputado, José Ramón Bauzá, es desbarrar y situarse en el proceloso ámbito del ridículo, lo cual una entidad que estimamos –ahora vemos que erróneamente– seria, no puede permitirse sin sufrir un gran menoscabo.
La Conselleria de Salut i Consum del Govern, que dirige la socialista Patricia Gómez, no ha adoptado esa decisión por capricho, como se puede desprender de las críticas que lanzan las entidades catalanistas. Lo ha hecho para garantizar el derecho a la salud de la población, gravemente comprometido por la alarmante escasez de profesionales sanitarios en determinados lugares de Balears.
Ante esta realidad que la OCB, el STEI y otros pretenden ignorar, porque consideran que sus “derechos lingüísticos” están por encima de cualquier otro derecho, incluso al de garantizar la salud de la población, al PSOE no le ha quedado otro remedio que aplicar una solución que la Ley contempla. Desde este punto de vista no hay ningún ataque al catalán, ni al derecho de todo ciudadano a ser atendido en catalán, si así lo desea. Lo que hay es una imperiosa necesidad de atraer y contratar médicos y enfermeras, que escasean en todo el país y que, lógicamente, optan antes por ir a otros lugares donde ganan más y no les exigen conocer otra lengua cooficial.
Como digo, se puede estar de acuerdo con el Govern o no, pero comparar a Armengol con José Ramón Bauzá es ridículo, malintencionado e injusto. No hay comparación posible en materia de lengua. Y que la entidad que preside Joan Miralles se atreva a hacer tan errónea similitud, demuestra que han perdido la conexión con la realidad, si es que la tuvieron en algún momento. Es lo que tiene mirarse tanto el ombligo, que acaba uno perdiendo de vista lo que hay alrededor.