La nula autocrítica de quienes han perdido las elecciones

Las duras declaraciones que el vicepresidente en funciones del Govern, Juan Pedro Yllanes, ha lanzado contra su propia formación política han sido la única autocrítica que se ha escuchado hasta ahora en el bloque de la izquierda, después del batacazo electoral del 28M y el consiguiente desalojo de las instituciones decidido por los votantes. Yllanes ha responsabilizado a la cúpula nacional de Podemos de la "catástrofe absoluta" que han supuesto los resultados de la formación, ha pedido su dimisión y ha reclamado que Podemos se integre cuanto antes en el proyecto Sumar, de Yolanda Díaz.

"Es sorprendente que Lilith Verstrynge, Ione Belarra o Pablo Echenique no hayan desaparecido ya de la escena política", apuntaba el juez con nombres y apellidos a quienes, a su juicio, son los máximos responsables de haber llevado el partido hasta el precipicio. La postura de Yllanes señala hasta qué punto Podemos podría enfrentarse a la irrelevancia, emprendiendo una cuesta abajo que recuerda la iniciada, hace ya un tiempo, por Ciudadanos y que ha culminado, si no con la desaparición del partido naranja, sí con su decisión de no concurrir a las próximas elecciones generales empujado por los malos resultados del domingo en toda España.

Hasta ahora, la autocrítica ha tenido nula presencia en partidos como el PSOE o Més. Tampoco El Pi, que ha perdido su representación parlamentaria y sólo aguanta en feudos tradicionales como Costix, ha hecho planteamientos críticos sobre su precaria situación.

Es cierto que PSOE y Més no han tenido, de forma individual, unos resultados muy diferentes a los registrados en los anteriores comicios, pero su apuesta por reeditar de forma conjunta el pacto de izquierdas como única opción para superar al centro-derecha pone de manifiesto el fracaso, también conjunto, de todos ellos.

Tal circunstancia merecería al menos una reflexión crítica de los socialistas y los ecosoberanistas. La catarsis pendiente, sin embargo, se verá aplazada por la agenda política que ahora marca la convocatoria de elecciones generales para julio, pero será inevitable replantearse políticas y pactos si quieren volver a sintonizar con un cuerpo electoral que les garantice mayorías. Aunque no lo quieran llamar autocrítica, repensar su estrategia en Baleares tras el 23J debe ser irrenunciable.

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