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La nueva derecha es muy vieja

miércoles 30 de enero de 2019, 02:00h

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Hasta hace poco a la derecha política les llamábamos conservadores que es un término que acuñó Chateaubriand en la Francia de 1819. Los conservadores siempre se han caracterizado por ser reacios a los cambios sociales, políticos o económicos. En España en los últimos 40 años la mayoría de avances sociales han venido de la mano de gobiernos progresistas, la casi única excepción fue cuando el gobierno de Aznar suprimió el servicio militar obligatorio presionado por los nacionalistas catalanes de CiU. Hay que ver lo frágil que es la memoria.

A lo largo de estas décadas la mayoría progresista ha aprobado leyes y la derecha al llegar al poder las ha asumido y en su mayoría no ha tocado ni una coma. Lo mismo hablamos de la ley del Divorcio, la del Aborto o la del Matrimonio Igualitario entre otras. Una vez que se aprobaron cada una de estas leyes los señoros de derechas de toda la vida fueron los primeros que se divorciaron, los primeros que dejaron de enviar a sus hijas a “estudiar” a Londres y los primeros como Maroto que se casaron señor con señor y señora con señora de toda la vida.

El problema está que con la irrupción de la ultra derecha populista los conservadores se plantean por primera vez en democracia revertir algunas de estas leyes y dejar de ser conservadores para convertirse en regresores y saltarse una norma no escrita que ha dado estabilidad a España y nos ha colocado en la locomotora de países socialmente más avanzados del Mundo. La derecha más rancia, frentista y reaccionaria se ha venido arriba. Los nostálgicos del franquismo se han quitado las caretas. Los hijos y nietos del régimen se presentan a las elecciones menos acomplejados que nunca. La nueva derecha viene dispuesta a arrebatarnos derechos ganados en la calle y en las urnas. Vienen con ganas de revertir muchos de los logros conseguidos en lo que llevamos de democracia. No os dejéis engañar, les dan igual los españoles, con mucha bandera tapan sus carencias y esconden sus verdaderas intenciones.

Les importa un pimiento la igualdad, los derechos LGTBI, la España plural, las mujeres o que España sea un estado aconfesional muy a su pesar. En Andalucía han enseñado la patita y lo que venga ya no nos pillará por sorpresa. La decisión final está en la papeleta de voto de cada uno de nosotros y de nosotras.

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