XISCO CRUZ. Cada vez que se echaba mano a una de sus articulaciones la ATP sufría convulsiones. Cada torneo era una batalla contra su físico, una afrenta a la medicina. Por lo que Rafa Nadal y su entorno, cansados de andar ofreciendo partes médicos cada semana, decidieron parar. Poco les ha importado que el tenista de Manacor se desplomara en el ranking, que los rivales fueran escalando sin piedad; la prioridad era la rehabilitación de su rodilla. Por eso ahora, un buen puñado de meses más tarde, su inminente reaparición es motivo de celebración para este deporte, viudo sin la presencia de Nadal.
Convertido desde hace tiempo en un símbolo del tenis, el mallorquín ha decidido fijar su vuelta en el torneo de Viña del Mar, en Chile, país en el que fue agasajado con honores de Estado. Esas imágenes del balear recibido por los políticos locales como un Mesías demuestran su proyección internacional, que escapa a cualquier precedente en nuestra historia. Nadal ha vuelto y esa es la noticia del año hasta el momento, porque Mallorca volverá a estar en el mapa del deporte mundial. Bienvenido.
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