La política bendice extrañas parejas, como la que se barrunta en Maria de la Salut. El PP balear, de azotarnos con un duro discurso antisoberanista, se pasa ahora a pactar con el ala más chusca del independentismo isleño, un batiburrillo de pesemeros, filopodemitas y exsocialistas rebotados denominado X Maria. Ahora va a resultar que el giro al centro del Partido Popular consiste en demostrar que pueden pactar con cualquier formación, más allá de las ideas.
Si, para ello, tiene que expulsar a la lista más votada, pues hágase.
Y uno se pregunta ¿a cambio de qué? Pues a cambio de poco más de medio año de alcaldía, que los conservadores confían que sea tiempo suficiente para que vuelvan sus banderas victoriosas, después de haber perdido en 2019 el 47% de sus votos, todo un prodigio electoral del alcaldable pepero.
Pero el apaño chapucero no termina ahí, porque el que se presume próximo alcalde xmariando es nada menos que el primer suplente de la lista de esta formación, es decir, su número 12, un exsocialista que, con otros, abandonó el PSIB cuando su partido osó facilitar a Rajoy la aplicación del 155 en Cataluña, todo un retrato en tres dimensiones del personaje y sus acólitos.
Desde luego, no existe ni una sola razón objetiva que sirva de pretexto a este pacto contra natura. La gestión de Biel Mas, con sus más y sus menos, era, hasta el momento, correcta, más allá de los problemas clásicos que padece todo ayuntamiento de la isla. En suma, nada especial concurre en este caso que sirva para entender esta alianza entre enemigos acérrimos para descabalgar al primer edil mariando.
Y, aunque en escaños la suma PP-independentismo es mayoritaria (6 concejales de 11), computada en sufragios se queda casi un centenar de votos por detrás del actual pacto PI-PSIB, de manera que ni siquiera se justifica la operación desde un punto de vista democrático, aunque a la partitocracia reinante ese detalle le parezca nimio.
A todo esto, lo que resulta más pasmoso del asunto es la reacción de los líderes de PP y PI. El entorno de Company se limita a invocar la "autonomía municipal" para bendecir el asalto al poder de los independentistas, como si esa autonomía avalara cualquier torsión ideológica. ¿Pactaría el PP vasco con Bildu o el PP catalán con ERC o JxCat, y les cedería alcaldías, aunque fuera en el municipio más insignificante? Ahora va a resultar que el nuevo PP tiene hasta una facción soberanista, lo único que faltaba para acabar de despistar a los votantes de centroderecha, huérfanos de coherencia y cansados de los constantes vaivenes de Casado.
No menos inexplicable es el silencio del flamante líder del PI, Antoni Amengual, cuya ejecutiva emite únicamente sordos quejidos ante la felonía de los conservadores, en lugar de responder marcando territorio y aprovechando para reafirmar con hechos su cuestionado liderazgo. El PP gobierna en coalición con el PI en importantes municipios mallorquines y todavía es la hora que Amengual se lo recuerde a los populares.
Veremos en qué acaba todo esto, pero si fragua la moción, auguro que más de un castillo de naipes acabará desmoronándose en la política mallorquina.