La lista como síntoma

Cuando Johan Cruyff afirmó que los clubs de fútbol debían ser gestionados por ex futbolistas profesionales, seguro que no pensaba en jugadores de tercera o cuarta categoría. Además, Maheta Molango ni habría nacido. La penúltima mentira del CEO del Mallorca, no olvidemos que en presencia de su jefe Robert Sarver, cómplice e inductor del desaguisado por omisión, fue asegurar que el Mallorca dejaría de equilibrar presupuestos mediante el traspaso de jugadores. Por eso lo primero que ha hecho ha sido poner en el mercado a Brandon.
La lista de chavales denostados en Son Moix y que más que menos han triunfado al marcharse, revela bien a las claras que el cáncer se ha extendido hasta las zonas más recónditas de un club en la ruina. Si, el suizo ha sido el brazo ejecutor, pero los culpables pululan tranquilamente por Arizona lejos de cualquier problema y responsabilidad.
Pero volvamos a la lista. Sergi Enrich, máximo goleador del Eibar en primera división; Luna, recién fichado por el Levante procedente del equipo armero al que Caparrós no supo sacar partido en Palma; Joselu, máximo realizador de Segunda en las filas del Lugo; Julio Alvarez, cuerpo y alma del Numancia durante años; Bigas, titular indiscutible de Las Palmas en la élite del fútbol español; Ximo Navarro, posible refuerzo del Deportivo; por no hablar ya de Emilio Nsue o Kevin García, no mejorados por ninguno de sus sustitutos y, caso aparte, el de Marco Asensio, relegado al banquillo por Miquel Soler y regalado por el tándem Claassen-Cerdá al Real Madrid.
Así se escribe la historia del Mallorca en los últimos tiempos y no como la contaron en el Teatro Principal los Toni Tugores boys.
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