La situación del actual gerente del Institut Municipal de l'Esport de Palma, José María González, se torna cada vez más insostenible después de haberse sabido que falseó su curriculum para acceder al cargo. González llegó al puesto en junio de 2015 esgrimiendo un curriculum en el que se aseguraba que cumplía con todos los requisitos exigidos, entre ellos estar en posesión de un grado universitario que no tiene.
El hecho compromete también la continuidad de la concejala socialista Susana Moll, quien reconoció saber que el gerente no tenía la titulación necesaria, aunque lo atribuyó a "un error". Sea como fuere, es necesario que, con error o sin él, el puesto sea ocupado de forma correcta, lo que de entrada implica la irremediable salida de González. Susana Moll pertenece al mismo partido que, en Madrid, anda a la caza de la presidenta Cristina Cifuentes por la polémica sobre si tiene o no un máster. El PSOE ha anunciado la presentación de una moción de censura y Cifuentes ha debido comparecer para dar explicaciones en la Asamblea de Madrid y se enfrenta a una más que probable comisión de investigación.
El mismo partido actúa de forma opuesta en Madrid y en Palma. Aquí, las explicaciones sobre la falsedad cometida por el gerente del IME y sus consecuencias aún se esperan, lo que no hace más que alimentar el convencimiento popular de que determinados cargos políticos principalmente sirven para contentar afines o pagar favores, independientemente de la valía profesional o académica del agraciado.
Tanto el acalde Noguera como el teniente de alcalde Hila deben tomar cartas en el asunto impulsando acciones que sirvan de ejemplo inequívoco en favor de la dignidad de la política. Una vez conocida la realidad, ambos tienen ya todos los datos y los recursos para actuar. No hacerlo les convertiría en cómplices de un episodio que compromete algo más que su credibilidad.