www.mallorcadiario.com

La higuera

Por Eduardo de la Fuente
domingo 22 de julio de 2018, 04:00h

Escucha la noticia

Si Mallorca fuera un árbol sería una higuera. Esta semana los guiris han caído como higos maduros. Hemos tenido ahogados, despeñados, otros que han quedado lisiados de por vida, y alguno —ese en Ibiza— que la ha palmado de sobredosis. No acabo de entender —bueno, ni empiezo a entenderlo— la puñetera querencia que tienen por los balcones. La cosa no es para ir andando haciendo chistes, desde luego que no. Dejemos lo de los balcones a un lado porque es un misterio que no lo aclara ni Iker Jiménez con la ayuda del espíritu santo de Jiménez del Oso. Lo de los accidentes, los ahogamientos y las sobredosis tampoco debería asombrarnos, es pura estadística. Piensen que por las Baleares pueden pasar alrededor de once millones de turistas, más de diez veces nuestra población, lo que aumenta las posibilidades de que se produzcan sucesos. Además, cuando uno está de vacaciones se relaja, baja la guardia como suele decirse, y es propenso a que pasen estas cosas. Sí, es cierto, reconozco que a muchos guiris se les va la olla y creen que al bajar del avión han llegado a Tijuana, año 1985. Se calcula que el 70 por ciento de los turistas que va a Ibiza consume drogas y eso no lo van a cambiar por mucho chill out y mucho beach club pijo de esos en los que te crees David Beckham porque te sablean por un cubata. Y no, los guiris no son unos viciosillos drogatas, que nuestros niños se inflan a porros nada más hacer la primera comunión.

Lo que me sorprende es lo hijos de puta que podemos llegar a ser los mallorquines. Cada vez que se publica un suceso con un guiri espachurrado nos volvemos locos y les dedicamos todo tipo de injurias en las redes sociales: «que se joda, ja hi tornarà, por gilipollas...». Se leen verdaderas barbaridades. Puedo estar de acuerdo en que muchas de estas muertes son fruto de un comportamiento propio de un débil mental, pero, coño, estamos hablando de gente que la palma, un poco de respeto. Aquel que no haya hecho el imbécil y sin darse cuenta no se haya jugado la vida alguna vez puede hablar. El resto, calladito, que todos hemos sido jóvenes y tontos del culo.

Miren, sin ánimo de sentar cátedra, yo también he trabajado en el sector turístico y he visto a los guiris hacer borricadas de esas que Tarantino las mete en una peli y no te las crees. Es fácil llegar a pensar que el guiri es algo así como una subespecie de homínido, muy diferente a nosotros. Todo hasta que se ponen a tiro, que bien que a los picadores les gusta encamarse con las nórdicas. Entonces ya no somos tan diferentes. Y también podríamos hablar de las nativas en busca de machotes guiris, que las hay, claro que sí. Se lo ilustro con un ejemplo. El año pasado por estas fechas me estaba tomando un café en un bar que frecuento cuando aparecieron tres nativas con pinta de Amy Winehouse. Se sentaron en la mesa de al lado y se pusieron a hablar a gritos. Discutían su plan para la noche de marcha que les esperaba. Una de ellas sacó su teléfono y llamó a una cuarta coleguilla para acordar la farra. No se aclaraban y, ya empezando a mosquearse, le suelta: «que no, que yo quiero follar, que nos vamos a Magaluf». ¿Lo ven? No somos tan distintos.

No me malinterpreten, entre los once millones de guiris que nos visitan también hay chusma. Y es a esos a los que hay que cortarles el rollo. Yo no los quiero en mi casa y en la suya que los aguanten sus compatriotas como nosotros nos comemos con patatas a nuestro lumpen porque no nos queda otra.

Nuestra hijoputez con los guiris no se queda en esa nueva ciudad sin ley que es Internet. Siguen los niñatos de Arran, los econazis y demás patulea ciscándose en los turistas, señalándolos como el origen de todos nuestros males. Porque, claro, lo fácil es culpar a los de fuera de tus miserias. Nosotros, afortunados, que no tenemos ni puñetera idea de lo que es la miseria, nos permitimos creernos superiores a los guiris. El nuevo supremacismo, hijo a partes iguales del nacionalismo ortopédico y de la extrema izquierda rancia, nos devolverá al Paleolítico. ¡Joder, a su lado Paquito es una musa de la posmodernidad! Les aseguro que si en Mallorca sobran gilipollas no es por culpa de los once millones de guiris que vienen de vacaciones. Para eso ya nos bastamos nosotros solitos.

Toda esta movida me da bastante asco. Iba a hablarles de subvenciones a los culturetas de la cuerda, de las ratas de la esquina, libreros locos, escritores caviar y de esas cosas. Mejor lo dejo para otro día, que me pierdo. Y sí, esa es otra historia....

¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (0)    No(0)

+
0 comentarios