Leo que Renella se marcha al Valladolid, que el Zaragoza está a punto de fichar a Dongou y el Betis suelta a Matilla. Supongo que el primero no estará listo para jugar el domingo en Son Moix o eso espero y deseo. Pero es que me corroe la envidia al ver clubs en condiciones tan o más precarias que las del Mallorca actuar con más coherencia y no pasarse el día vendiendo motos ante el silencio cómplice de quienes suavizan rotundos fracasos como los de Hugo Gomes, Tobías, Carioca, Lima o Kebeh y se mofaron del fiasco de Ratinho. Cinco contra uno.
Tropiezo con un técnico de la casa, cuyo nombre omitiré, y le deseo suerte para recibir al Valladolid. Me responde que no es fortuna lo que requieren, aunque les haya faltado en algún partido, sino un milagro. Eso me inquieta. Es la sinceridad amiga en una conversación privada y sin público, pero también la franqueza que no alimenta la menor motivación.
Otra fuente me indica que de la ampliación de capital de más de veinte millones, por ahora sólo dos y medio han ingresado en la cuenta del club. Muestro mi extrañeza, aunque no mi sorpresa. Y una de mis máximas repiquetea en mi cerebro: “cuando las cosas se hacen bien, pueden salir mal; pero si se hacen mal es imposible que salgan bien”. La frase admite el sujeto que cada cual quiera añadir con total libertad. Cómo diría Luis Aragonés, ¿quién es “se”? O quiénes.
Creo que Gálvez dirigirá su sexto partido a pesar de Utz Classen, que le amenazó con tres. Será verdad que el alemán ya no pinta nada, según espetó el “dircom” del Mallorca a un colega despreciado con el que Molango pretendía firmar la paz. ¿Es que los periodistas estamos en guerra y nosotros sin saberlo?. En fin, paso de creer la primera verdad absoluta y tampoco la relativa. Con un “querulante” de por medio, genial definición del letrado Valdivia sobre el hoy accionista minoritario, puede ocurrir lo que sea.